| Frida y Andy: un encuentro (im)posible |
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| por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Miami |
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La Galería Maxoly (1600 S.W. 8th Street, Miami) acoge, hasta el 20 de enero, la exposición Crossportraits, en la que el pintor cubano Alberto Jorge Carol ha hecho realidad sobre el lienzo el encuentro imposible entre dos figuras emblemáticas de las artes plásticas del siglo XX: la mexicana Frida Kahlo y el norteamericano Andy Warhol.
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Resultado de tres años de trabajo, la muestra reúne veinticuatro obras de lo que comenzó, como comenta Carol, de manera modesta y luego fue creciendo ("un cuadro me llevó al otro") hasta convertirse en la serie que por primera vez puede ser vista. Las obras, por tanto, pueden apreciarse de modo independiente, al mismo tiempo que se integran dentro de un proyecto como "piezas de un significado más abarcador y poderoso. Así, la misma imagen de Frida se repite diez veces y es seguida por diez veces la misma imagen de Warhol. Pero la repetición resulta subvertida: cada eslabón de la cadena es una variación tanto formal como conceptual, y la reproducción mecánica característica de los procesos creativos de Warhol es a la vez evocada y desplazada por técnicas de realización concienzuda y antigua".
En cada una de esas piezas, Carol parte de la misma imagen de Warhol y de Frida para concebir veinte interpretaciones plásticas diferentes. Símbolos, motivos, referencias e ideas tomadas en préstamo de uno le sirven para recrear la figura del otro, en una original y creativa propuesta que, como bien señala el propio artista, puede interpretarse como una "metáfora del cruce singular de obras, culturas y mundos que la serie realiza". No se trata, sin embargo, de collages, ni tampoco de citas textuales, sino de creaciones nuevas y personales en las que esos elementos adquieren otro significado al ser incorporados en otro contexto. Ese cruce tiene una brillante culminación en The Kiss, Black Sun y The Artists, tres retratos de grandes dimensiones en los cuales Carol hace coincidir a Frida y a Warhol, quienes en la vida real nunca se encontraron ni se conocieron. Recuerdo haber leído un texto en el que Gastón Baquero definía a su poesía como el intento de "inventar, fabular, imaginarle a una realidad cualquiera la parte —el completo— que creía le faltaba". Algo similar es lo que hace Carol en esos cuadros: imaginar y completar las vidas de Frida y Warhol con ese encuentro que, a juicio suyo, les faltaba.
Tal como están distribuidos en la exposición, los cuadros siguen un orden que en cada ocasión puede ser distinto, pues las obras no representan una secuencia ni conforman un relato lineal. En ese sentido, Carol apunta: "La estructura de la instalación es flexible tanto en forma como en contenido. Esto permite que la obra se adapte al espacio disponible igual que al mercado. Puede ser montada con las piezas lado a lado, en una larga línea, en dos líneas en diferentes paredes convergiendo en una esquina, en rectángulos, etc. Por otro lado, no existe una historia cronológica ni una secuencia fija. De ahí que una pieza pueda ser reemplazada por otra versión de la misma idea o incluso por una idea marcadamente distinta, y el concepto de la serie como una totalidad permanece intacto. Se trata de una obra abierta capaz de transformarse a sí misma, produciendo su propia historia a través de varias exhibiciones".
Es inevitable, por último, interrogar al creador de Crossportraits acerca de las razones que lo llevaron a reunir en una misma exposición a dos artistas de personalidades y estéticas tan distintas entre sí. "¿Por qué esta asociación insólita de Andy Warhol y Frida Kahlo? Con los poderes creativos del arte yo naturalizo el apareamiento arbitrario de estos dos grandes iconos de las artes plásticas, de modo que la respuesta a esa pregunta pueda hacerse con otra: ¿por qué no?".
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