Martes, 26 noviembre 2002 Año III. Edición 502 IMAGENES PORTADA
Cultura
Al rescate de Hemingway

Todo vale a la hora de vender la Isla, hasta los papeles amarillentos de un escritor famoso.
por ALEJANDRO ARMENGOL, Miami  
Castro
Finca Vigía, 11 de noviembre. Castro y el congresista
demócrata James McGovern sellan el acuerdo para la
preservación de los documentos de Hemingway

El acuerdo reciente para un proyecto con financiamiento norteamericano, destinado a la preservación de los cientos de documentos y fotos del escritor Ernest Hemingway que se encuentran en Finca Vigía, es el equivalente literario de las ferias comerciales, las visitas de funcionarios y artistas de Estados Unidos a la Isla y las reuniones para analizar viejas disputas, como la Crisis de Octubre: un gesto de propaganda de La Habana, deseosa de mostrar su cara más conciliadora a la sociedad que existe a noventa millas de sus costas. También es una muestra más de la ignorancia que rige en la prensa norteamericana a la hora de juzgar las intenciones de Fidel Castro.

El acuerdo fue precedido por un artículo aparecido en The New York Times, el 21 de septiembre de este año, donde se afirmaba que el Gobierno cubano iba a permitir el acceso a los documentos de Hemingway que se encuentran en la Isla.

Que el régimen de La Habana permita a los académicos norteamericanos consultar los documentos despertó el interés de la prensa norteamericana. Pero la afirmación aparecida en el Times, con el énfasis en que el acceso a las cartas, libros y fotografías permitirá a los estudiosos de Hemingway descubrir aspectos inexplorados, es falsa. También es falso decir, como hizo el Times, que los documentos han permanecido inéditos, ya que los publicó Norberto Fuentes en Hemingway en Cuba. Fuentes, por su parte, ha declarado que piensa colocar en Internet los documentos que aparecen en su libro.

Vale la pena visitar Finca Vigía, la casa donde vivió el escritor en Cuba. A diferencia de la casa museo Hemingway en Cayo Hueso, donde poco o nada evidencia la estancia del escritor, en esta villa austera y acogedora de las afueras de San Francisco de Paula —en las proximidades de La Habana— se respira la presencia de quien creó algunas de las mejores obras de la literatura norteamericana. Es un logro que, en el futuro, copias de los documentos existentes en el lugar puedan ser consultadas en la biblioteca JFK de Boston. Resulta formidable saber que los documentos existentes en Finca Vigía van a ser preservados, gracias al empleo de técnicas modernas y adecuadas. También es lógico que los estudiosos de la obra de Hemingway quieran consultar el archivo existente en Cuba.

Hay, sin embargo, una diferencia fundamental entre la labor de restauradores y especialistas y el afán de las autoridades cubanas. En cualquier otra parte del mundo, una discusión sobre los papeles de un escritor famoso es un problema académico. En Cuba es una razón de Estado. La presencia de Castro en la ceremonia de firma del documento, en Finca Vigía, no es más que una ratificación del interés del mandatario: transformar una gestión de preservación histórica en un acto político.

No es un hecho aislado que ahora el régimen quiera abrir sus archivos a los especialistas de Estados Unidos. Es parte de una campaña para atraer turistas norteamericanos. Si mañana en Cuba se organizara una competencia de ranas saltarinas, las norteamericanas no sólo estarían invitadas, sino conformarían la delegación mayor, más colorida y con los mejores charcos reservados para su uso exclusivo.

La firma del acuerdo muestra las dos caras de un intercambio en aumento, donde los cubanos de ambas orillas no son los protagonistas principales: para los funcionarios de La Habana cualquier recurso es bueno para atraer visitantes; para los norteamericanos la Isla es un territorio salvaje, lleno de "tesoros escondidos", a la espera de que un extranjero los descubra.

En ambas orillas se pasa por alto el fracaso del Gobierno cubano en lograr lo que siempre constituyó una de sus banderas propagandísticas: preservar el legado cultural. Los papeles de Hemingway no constituyen un ejemplo aislado. Los llamados de ayuda se han escuchado con anterioridad, como en el caso de las películas que se deterioran por falta de condiciones adecuadas. Algo similar viene ocurriendo desde hace años con la música, ya que las grabaciones de los viejos soneros hay que adquirirlas en discos compactos hechos en Europa. Que otros hagan lo que Cuba no puede hacer por falta de recursos no debe ser rechazado: sirve para salvar documentos y obras en peligro de desaparecer. Que el régimen destine sus escasos fondos a actividades propagandísticas, como la próxima Feria del Libro de Guadalajara, evidencia un desprecio total por la cultura. La literatura reducida a una valla política.

La Habana está enfrascada en una campaña para atraer a los norteamericanos, de cualquier forma y con cualquier gancho. No es un interés por un intercambio cultural; es un intercambio cultural como pretexto para incrementar los vínculos entre cubanos y norteamericanos. Todo vale a la hora de vender la Isla, hasta los papeles amarillentos de un escritor famoso.


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