Martes, 03 septiembre 2002 Año III. Edición 442 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Señales de advertencia

Caso Mederos: la condena al ex enfermero del Hospital Psiquiátrico sienta un precedente indispensable a la hora de castigar a los violadores de los derechos humanos.
por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami Parte 1 / 3
Señales de advertencia

La reciente condena en Miami a un ex enfermero del Hospital Psiquiátrico de La Habana, acusado de torturar con electroshocks a presos políticos, sienta precedentes legales de cara al futuro de los protagonistas y colaboradores del aparato represivo del régimen castrista.

Eriberto Mederos, de 79 años, fue hallado culpable el 1 de agosto de mentir para obtener la ciudadanía estadounidense en 1993, ocultando su pasado en el hospital conocido como Mazorra. Allí, de acuerdo con ex presos políticos que testificaron en el juicio, Mederos se ensañaba aplicando electroshocks a personas que se negaban a declarar en las instalaciones de la Seguridad del Estado.

El ex enfermero sostuvo que sólo aplicaba electroterapias siguiendo las órdenes de los médicos, pero ni su declaración de inocencia, ni la estrategia de su abogado defensor, David Rothman, de presentarlo como un desafecto del régimen castrista, logró salvarlo del veredicto de culpable de los jurados, entre los que sólo se encontraba un cubano-americano.

El enjuiciamiento a Mederos constituye la primera ocasión en que un extranjero naturalizado estadounidense es procesado penalmente bajo acusaciones de tortura con fines políticos. El ex enfermero no fue juzgado por actos violatorios de los derechos humanos —que no fueron cometidos en Estados Unidos y por tanto no son competencia de las autoridades de este país—, sino por mentir en una declaración jurada, negando haber participado, ordenado, incitado o ayudado a la persecución de personas por sus opiniones políticas, y haber estado asociado con el Partido Comunista de Cuba.

Cuarenta y ocho horas después del veredicto, Mederos debía ser automáticamente despojado de la ciudadanía estadounidense, por lo cual teóricamente podría ser enviado de vuelta a Cuba, aunque Washington no tiene un acuerdo de deportación con La Habana. Una acción de ese tipo sólo podría realizarse bajo la base de un acuerdo específico con el Gobierno cubano.

Mederos enfrenta también una condena de hasta 10 años de cárcel y una multa de 250.000 dólares. La sentencia será el 16 de octubre, pero dado su delicado estado de salud y su falta de antecedentes penales en Estados Unidos, se espera que sea magnánima.

Las tribulaciones de Mederos comenzaron hace 10 años, cuando Eugenio Sosa de Chabau, un ex preso político cubano fallecido en enero, lo identificó como su torturador, al verlo en un hogar de ancianos.

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