La nueva escuela |
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La 'reforma' educativa anunciada por las autoridades desecha una vez más el principio martiano: ser cultos para ser libres. |
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por ADOLFO FERNáNDEZ SAíNZ, La Habana |
Parte 2 / 2 |
Las muchachas que caen en el jineterismo y los jóvenes que van a la cárcel por robo pasaron por las escuelas de donde supuestamente saldría el Hombre Nuevo. Se está ante una crisis familiar y de la educación en Cuba; una crisis moral que no es más que el reflejo del profundo fracaso del sistema político nacional, incapaz de inculcar valores, infundir esperanzas y, lo más elemental, pagar salarios decorosos.
Pero en este terreno se han proclamado grandes logros. No es fácil aceptar una derrota. Hace falta entonces una nueva mística, sangre joven. Hay que dar un vuelco a la educación en Cuba.
De ahí que surgió la idea —no se sabe de qué escuela pedagógica— de formar un "Profesor General Integral" para las Escuelas Secundarias Básicas (grados 7º a 9º), quien impartirá todas las asignaturas a un grupo pequeño de alumnos, a los que, además, conocerá más profundamente en su problemática familiar y social.
Son profesores noveles. Ya se han hecho las primeras pruebas en una escuela de internos para ver cómo funciona el sistema, con ayuda de la computación y la televisión, y los resultados son "fabulosos". Como siempre.
Falta saber quiénes van a exigir con el mismo rigor la preparación en todas las materias a los nuevos profesores, si se pasan el día entero frente al alumno. ¿Quiénes van a dar la voz de alarma cuando surjan los primeros problemas? Se sabe que estos bisoños tienen su padrino político. ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Parejamente, se pretende llevar la universidad a los 169 municipios del país. Ahora, cuando se cierran 71 centrales azucareros y quedan cesantes más de 100.000 obreros, los que quieran podrán seguir "estudiando".
Los planes descabellados y voluntaristas son de sobra conocidos por la nación: se toman los mejores estudiantes y profesores (o las mejores vacas lecheras) y se funda una escuela (o un patio genético); se le asignan todos los recursos y se demuestra que funcionará a las mil maravillas. No importa que todo lo demás sea un fracaso. El caso es dar a la prensa, y a los dignatarios visitantes, algo positivo de que hablar.
Semejantes experimentos se toleraban en la época en que la Unión Soviética enviaba a Cuba, todos los años, millones de toneladas de petróleo barato y de trigo, e infinitos recursos. Ahora la nación carga sobre sus espaldas una economía en bancarrota. Aun así, se pretende presentar el susodicho plan —sin pies ni cabeza— como una gran victoria. "El mundo nos mirará con admiración", se argumenta. Pronto se verán los resultados.
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