Miércoles, 31 julio 2002 Año III. Edición 421 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Kodak 120

por RAúL RIVERO, La Habana  

Está concentrado y no mira a la cámara. Tiene los ojos fijos en el cake y en las siete velitas azules que va a soplar de un momento a otro.

Nadie sabe que algún día celebrará en África su cumpleaños. Dos amigos de La Habana matarán un gallo negro que se acercó demasiado a la zona que custodiaban. Quedó duro y salado pero él se concentró igual, segundos antes de comenzar a tasajearlo con un cuchillo de campaña.

El que está detrás lo mira y sonríe. Como pasa de los diez años se siente superior.

Es la última vez que se retrataron juntos y no se han vuelto a ver porque no se llevó para Miami ninguna copia de la foto.

La niña que está al lado, con una bata que tiene dos pájaros y un columpio de adorno en la pechera, sí está con la vista fija en el obturador. Tiene un leve estrabismo circunstancial y eso hace cómico sus rostro, que en realidad es bello.

No le importa el pastel, ni los refrescos, ni unos capuchinos ahogados en almíbar que tiene casi a mano.

Ahora tampoco, allá en su retiro municipal, atiende o se desvela por la materia pura. En un banco de iglesia o en el confesionario encuentra más cariño que en las mesas.

La otra niña, ya en sus catorce años, está casi de espaldas y mira por una ventana en la que puede verse en un presentimiento de la luz el barandal de un carro de carga cortado a la mitad.

Así, de espaldas, con la mirada siempre en otras ventanas y otros paisajes, ha entrado en los setenta y se ha hecho bisabuela.

Esto es San Juan, escribía antes en unas postales que enviaba de lejos. Y aquí veían, sobre los edificios, un cielo de vidrio azul y liso.

Faltan tres. Uno, el que se ve completamente feliz, se disolvió en las composiciones de otras fotografías y otras fiestas.

Otro, serio y como preocupado, atento a las dobleces del mantel, se fue demasiado pronto y sus mensajes breves de fin de año tienen las indecisión de los partes meteorológicos con una mezcla de misticismo: por acá hace mucho frío, casi 10 bajo cero, mírenme con bufanda. ¡Ojalá que estén bien!

Y, finalmente, el niño de ojos oscuros que desde el borde de la mesa los mira a todos y hoy trata de unirlos otra vez, en el relámpago y la fragilidad de una nota sobre la familia cubana.


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