Viernes, 10 mayo 2002 Año III. Edición 363 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Extravío en el Golfo de México

La nueva apuesta de la política exterior cubana... ¿Dignidad en lo indigno?
por MANUEL CUESTA MORúA, La Habana  
TV
Presidente Fox a Castro: 'Primero, quisiera decirte que esta
conversación sea privada. ¿Estás de acuerdo?'

En el Estrecho de la Florida se extravían a diario muchos cubanos. Pero era inimaginable que Cuba se extraviara en el Golfo de México. En aquél se ha desangrado, a gota o a chorro, la nación. En éste puede ser hundida: el peso de ciertas palabras asociadas a ella no lo podría soportar el atlas de la Isla.

La tarde cubana del 22 de abril debió ser inaudible. Las palabras que se escucharon durante dos larguísimas horas no debieron ser dichas. No en nombre de Cuba. La historia del país, que todavía tiene anales, no registra —excepto quizá por excepción— un desafío semejante al código de caballeros.

Cuando chicos nos enseñaban dos cosas —confieso que de sabor antiguo— que deben ser conservadas como virtudes públicas: a no hablar de las mujeres —en época de igualdad las mujeres no deberían hablar de los hombres— y a no quebrar la palabra dada. Esto era todo lo que necesitaba un caballero para caminar dignamente por la ciudad, más allá de las traiciones.

La importancia de ello se revela con la fuerza del vértigo: por supuesto, la importancia de la palabra dada.

Y la palabra dada tiene un peso específico en la política y en las cuestiones de Estado. Es peligrosa, fácil de desmentir y de consecuencias nefastas si es incumplida, pero revela el grado de suma confianza al que llegan los pater familias de "La Ciudad" y la complicidad que transpiran.

Desde el momento que los Estados llegan a ese punto de confianza y complicidad, sus sociedades duermen tranquilas. Sin sobresaltos. No son tan ingenuas como para imaginar que entre caballeros no surgen diferencias, pero están seguras de que éstas serán tratadas con hidalguía, discreción, elegancia e intercambios in advance. Y las rupturas, que son también posibles, se ven desde la distancia que nos impone el silencio de los pactos. Porque los caballeros de Estado protegen "su Ciudad" de lo que asumen como agravios personales.

Cuba, como nuestra "Ciudad", no merece ser ahogada por el olvido de un código que impediría revelar lo pactado. Ello depende de México.

Nadie sabe cuál será la respuesta de largo aliento que está por ofrecer la sociedad mexicana. Lo peor que estaría por pasar tiene que ver con el posible uso político de un diálogo para Memorias, que poco aporta en materia de evidencias para un juicio de Estado. Lo mejor, tiene que ver con la cohesión que deberían mantener todos los mexicanos frente a un desafío sin armadura.

Hay que suponer entereza en los amigos y seguidores de Vicente Fox. A sus adversarios, pedir resistencia ante la tentación de emplear el arma arrojadiza de unas declaraciones que, como el dinero mal habido, no nacen de transacciones claras y legítimas.

Muchos cubanos, adversarios del actual Gobierno, no aceptaríamos, ni siquiera bajo la posibilidad del beneficio, un tratamiento semejante hacia Fidel Castro. Y por tres razones. Porque todos los hombres y mujeres merecen respeto, independientemente de su condición social, política, de orientación sexual o ética. Porque romper las reglas degrada los soportes éticos de la vida pública, y porque proteger la identidad de los orígenes y del hogar nacional posee un valor superior al que le podamos conceder a los nacionalismos románticos: posee el valor del auto-respeto necesario para evitar las miradas conmiserativas de los otros. Valor eminentemente práctico.

A partir del 22 de abril, se profundiza el curso errático de la nación cubana. Ausencia de estrategia nacional, soberbia como ejercicio político. Virulencia como estilo de comunicación.

Nada resulta tan claro para demostrar la falta de carácter y consistencia de una nación, tras la aparente dignidad de sus actos, como lo ocurrido en esa fecha. Sin embargo, aún podemos ser rescatados en el Golfo de México. Y los mexicanos podrían ayudarnos.


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