La derecha castrista |
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A diestra y siniestra: corrimientos de un espectro político que no siempre refleja las realidades que nombra. |
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por EMILIO ICHIKAWA MORIN |
Parte 2 / 2 |
En determinadas situaciones donde la "izquierda" esté obligada a actuar con sentido común, la veremos moverse con una lógica que creíamos patrimonio exclusivo de la "derecha". Un partido político de "izquierda" en el poder, cuando ve amenazados sus privilegios, ya sea por un enemigo foráneo o por su propio pueblo descontento, apelará a la violencia de manera descontrolada, por lo general con más énfasis que si hubiera sido un partido de "derecha".
Un líder de "izquierda", de esos que pregonan la justicia mundial y una distribución igualitaria de la riqueza, cuando se siente realmente enfermo se curará en clínicas de países imperialistas, de "derechas", y consumirá sus sofisticadas medicinas. Elaboradas todas, por cierto, por químicos, farmacéuticos y botánicos que se consagran a sus laboratorios y no pierden tiempo en desfiles y marchas de reafirmación revolucionaria, como exige un Ministerio de Salud de "izquierda".
Esa es la cuestión: cuando la "izquierda" tiene que tomarse las cosas en serio, cuando se trata de sus propios intereses y no de los intereses ajenos, es decir, de la "humanidad", el "proletariado" o los "países hermanos", actúa de manera racional, empujada por el "derechista" sentido común.
Resulta entonces que los funcionarios del castrismo, cuando se trata de ellos mismos y su familia y no de la "plebe criolla", tienen reacciones y refinamientos muy propios de la "derecha". Sembrar café en los arrecifes del noreste habanero tuvo inspiración de "izquierda", pero el néctar negro que se toma la clase privilegiada del castrismo destila de un exquisito café colombiano o brasileño, es decir, café del bueno, de "derecha". La "derecha" castrista no consume grasa saturada, ni viaja en incómodos camiones, ni se educa en las escuelas del sistema, ni se cura con los jarabes de los santeros.
En épocas de crisis, la clase castrista suele tomar medidas neoliberales más drásticas que las que se atribuyen al Fondo Monetario Internacional o al World Bank. Los trabajadores del turismo en Cuba reciben un sueldo de veinte dólares y no tienen sindicatos que les respalden. Se les envía a las actividades agrícolas impunemente o se les despide sin pretexto alguno, como si la dirección comunista fuera, a su vez, el peor grupo neoliberal.
Un líder de la "derecha" castrista fija los precios en la Isla detrás de un buró; los sube cuando sube la demanda, pues como se vende lo que no se produce la oferta siempre está en crisis. Ese líder fija los horarios laborales, escribe el código de ética de los obreros, enfatiza o cambia los rumbos de una sociedad sin intereses nacionales nítidos. Todo ello para tratar de lograr, con el ejercicio de su voluntad, la racionalidad que la "derecha" logra a través de mecanismos económicos naturales. Cae, así, de vuelta en una "izquierda" absurda, ineficiente, una "izquierda" burocrático-administrativa que ya ni siquiera cuenta con los tintes mesiánicos y aventureros que permitieron a algunas generaciones, por lo menos, sentirse gloriosas en medio del camino hacia el desastre.
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