La Habana negocia discretamente su deuda |
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AFP/ Muy pocos cubanos saben que el régimen mantenía a fines de 2001 una deuda externa de 10.893 millones de dólares, según cifras oficiales, y que negocia discretamente con sus acreedores nucleados en el llamado Club de París una forma de pago que no afecte su política.
Con un PIB que alcanzó poco menos de 27.200 millones de dólares el año pasado, La Habana ha sostenido conversaciones técnicas con sus acreedores para "avanzar hacia la definición de posiciones de ambas partes y precisar aquellas cuestiones que aún mantienen distante la posibilidad de alcanzar un eventual acuerdo multilateral", según reseñó un reciente informe oficial del Banco Central.
El régimen dejó de pagar unilateralmente sus deudas con el exterior en 1986, quedando de esa forma aislado del mercado financiero internacional, y retomó tímidamente sus negociaciones a principios de la década de 1990, sin llegar aún a un acuerdo total.
El año pasado efectuó pequeños pagos a algunos de sus acreedores, en especial a países europeos y Japón, pero aún está lejos de solucionar el tema de su endeudamiento y reinsertarse en los mercados con normalidad.
El default cubano de 1986, si bien implicó un alivio temporal para su balanza de pagos y le permitió invertir en áreas como la salud, la educación y la vivienda, le cerró el acceso a los mercados foráneos de capitales y la obligó a recurrir a financiamientos onerosos de corto plazo, de acuerdo con un informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Si bien La Habana no corre riesgo aparente de contagio por la actual crisis que golpea a sus vecinos latinoamericanos debido a su aislamiento financiero, no está exenta de tener que sanear sus finanzas e introducir reformas para poder encarar una recuperación económica que la población reclama tras 43 años ininterrumpidos de socialismo, coincidieron economistas consultados.
En tanto, los periódicos y la televisión oficialistas dedican páginas y horas de programación diaria para saturar a la población con las "penurias" que viven las naciones latinoamericanas y anuncian "el colapso final del neoliberalismo".
Las imágenes de saqueos a comercios, enfrentamientos entre civiles y policías, y multitudinarias protestas callejeras en diversas ciudades de la región son habituales en las pantallas de los televisores.
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