Lunes, 11 marzo 2002 Año III. Edición 319 IMAGENES PORTADA
En Cuba
Continúa presión alrededor de la Fundación Cubana de Derechos Humanos

En la mañana del pasado 8 de marzo alrededor de 40 efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) concurrieron a una operación en la vivienda del presidente de la Fundación Cubana de Derechos Humanos —provincia Ciego de Ávila—, el invidente Juan Carlos González Leyva (detenido desde el 4 de marzo último).

La casa del disidente fue allanada a las 6:30 AM, y las autoridades filmaron algunas escenas del registro. Maritza Calderían Columbié, esposa de González Leyva, fue advertida de que "la iban a poner en la Mesa Redonda", programa televisivo desde el cual el régimen cubano da su particular versión política de acontecimientos de la actualidad nacional e internacional.

En el registro fueron incautados libros, dos máquinas de escribir —una de ellas especial para ciegos, sistema Braille—, una radio, dos grabadoras, más de 100 casetes (incluyendo un curso para aprender inglés), toda la documentación de la Fundación, un cartel con el nombre de la misma y una bandera cubana con su asta.

Maritza guardaba en la vivienda medicinas que habían recibido por CubaPack (una firma estatal). Las listaron y las colocaron en una caja advirtiéndole que no las podía tocar, que quedaban allí en calidad de depósito y que serían destinadas a los centros asistenciales del Gobierno.

Por otra parte, Normando Hernández González, periodista independiente de Camagüey, fue citado el día 9 de marzo a la sede de la Policía Nacional Revolucionaria en Vertientes. En su casa se presentaron los oficiales Teniente Coronel Chirino, Mayor Isaac Rodríguez Mendoza y Teniente Eddy Arredondo González. El objetivo de la citación era presionarlo con la situación del embarazo de su esposa para que informara quién iba a asumir la presidencia de la Fundación Cubana de Derechos Humanos por estar Juan Carlos González Leyva detenido. También le dijeron que no iban a permitir que su madre, Blanca González Arias, repartiera en el pueblo un paquete de medicinas que había recibido de la Operación Liborio, de Puerto Rico.

Alexander Quiñónez, del Movimiento Padre Félix Varela, también fue citado el día 9 a la sede de la Policía Nacional Revolucionaria en Vertientes, Camagüey. Le amenazaron asegurándole que iba a perder el lugar donde estaba viviendo —vive alquilado— si no dejaba el ayuno que estaba haciendo por los presos de la Fundación Cubana de Derechos Humanos. Le manifestaron que "un ciego ha embarcado a una cantidad de gente". Lo citó una persona nombrada Alberto. Alexander vive en Santa Rosa No.254 altos, La Vigía, Vertientes, Camagüey.

A las 7:45 de la mañana del pasado 9 de marzo, se personaron en la casa de Léster González Pentón, sita en calle 1ra. No.28 entre A y Río, Reparto Ramón Ruiz del Sol, en Santa Clara, los oficiales Capitán Vidal, Capitán Pedro Ravelo y el 1er Teniente Rafael Ortega, todos de la Seguridad del Estado en Santa Clara, para que el disidente los acompañara. Léster les pidió la orden de arresto firmada por un fiscal y Vidal le dijo que "no se hiciera el loco", que si a las 9 de la mañana no estaba en la tercera unidad de la Policía Nacional Revolucionaria en la calle Colón esquina a Nazareno, lo iba a sacar por los pelos.

Léster se dirigió entonces a la casa de Jesús Eloy Alberto Gutiérrez, del Movimiento Democracia, sita en Barcelona no.312 entre San Pedro y Virtudes, Reparto América Latina (antiguo Condado). A Jesús ya lo habían visitado a las 8 de la mañana. En su casa se está desarrollando un ayuno por los 10 detenidos de la Fundación Cubana de Derechos Humanos. Al igual que Léster, él había solicitado que le llevaran una orden de arresto.

Se encontraban en su casa los ayunantes Fidel Navarro Espinosa y el Dr. Roberto Álvarez Hernández, de Manicaragua, en Las Villas.

Aproximadamente a las 9:15 AM, apareció ante la puerta de su casa un auto patrulla, el No.700, con 2 policías, aunque ya en la calle se hallaban 12 efectivos de la Seguridad del Estado y dos carros en cada esquina. Los tres oficiales antes mencionados fueron a pie a detener a Jesús Eloy, pero alrededor de la casa se empezaron a aglomerar personas. Eloy repetía que él no era ningún delincuente —es bien conocido en su localidad porque trabaja como ponchero—. Probablemente debido a la situación que se produjo, con la presencia de tantas personas del pueblo, el capitán Vidal decidió retirar sus efectivos.


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