El régimen facilita la inversión petrolera |
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AFP/ Fidel Castro busca socios poderosos para explorar y explotar petróleo en su zona económica del Golfo de México, y para ello ha hecho más atractivas las condiciones de inversión extranjera, con el Estado como garante de esa actividad, costosa y de alto riesgo.
Para esta inversión se aplica "un nuevo modelo de contrato de producción compartida. Teniendo en consideración el alto riesgo y las altas inversiones que hay que hacer en el Golfo de México, son un poco más atractivas las condiciones que las que existen en tierra", informó Manuel Marrero Faz, especialista del Ministerio de la Industria Básica cubano.
En una explicación al presidente de México, Vicente Fox, durante su reciente visita a Cuba, Marrero señaló que ese nuevo contrato de producción compartida, refrendado por el Estado cubano, prevé plazos cortos para la recuperación de la inversión (seis o siete años).
También deja abierta la posibilidad de retiro del inversionista durante el período de exploración, y el régimen fiscal que se aplica es "simple y claro", pues sólo hay un impuesto de beneficio de la administración central, señaló.
El Estado cubano no toma regalías, como sucede habitualmente en este tipo de contrato; el inversionista puede disponer libremente de su parte de petróleo y gas, y la partición de la producción depende del grado de riesgo y del potencial de la zona a contratar, explicó.
En la empresa mixta que se constituye para esos fines, "las decisiones se toman de común acuerdo por parte de un comité de administración formado por ambas partes (el Estado cubano y la empresa)", indicó.
Durante los años 1976 y 1977, Cuba, Estados Unidos y México suscribieron acuerdos bilaterales para delimitar sus zonas económicas en el Golfo de México. A la Isla le correspondieron 112.000 km2, en un área de forma casi triangular.
Hace dos años, Castro decidió dividir esa zona en poco más de 50 bloques de unos 2.000 km2 cada uno, cuyo tirante de agua (profundidad) está entre los 2.000 y 2.500m. Una primera compañía, la española Repsol-YPF, ya contrató seis bloques en el norte del occidente cubano, según se informó.
La cuestión petrolera es de vida o muerte para la economía del régimen. Su cuenta petrolera produce cada año una sangría de unos 1.000 millones de dólares, cifra demasiado alta para sus capacidades de pago. Tan es así, que tras la desaparición de la Unión Soviética en 1991, sufrió el corte abrupto de una entrega de 220.000 barriles diarios a precios preferenciales, lo que ocasionó un sinnúmero de problemas en la Isla.
En Cuba se desató una fuerte crisis económica, y el Gobierno se abrió a la inversión extranjera. Los dos primeros sectores expuestos a la apertura fueron el turismo, que aporta dinero fresco en inversiones de rápida maduración, y el petróleo, básico para evitar la paralización de la economía.
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