Lunes, 11 marzo 2002 Año III. Edición 319 IMAGENES PORTADA
Semblanzas
Chico O'Farrill

El mejor arreglista de música norteamericana que hubo en Cuba, según 'Cachao' López, regaló al jazz latino cuerpo e intensidad.
por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid Parte 2 / 2

Durante su estancia en los Estados Unidos había descubierto el jazz, lo cual puede significar un delicioso virus de por vida. Él lo contrajo y en 1948 regresa, esta vez a New York, donde continúa sus estudios con Bernard Wagamen, Stephan Wolpe y Hall Overton, quien había sido discípulo nada menos que de Darius Milhaud.

Sus primeros arreglos de música norteamericana fueron Undercurrent Blues y Shiskabop, para una grabación de la Capitol. Se los encargó Benny Goodman. A partir de entonces y casi hasta su muerte realizó orquestaciones para algunos de los más importantes jazzistas de todos los tiempos: Stan Kenton (Cuban Episode), Dizzy Gillespie (Manteca Suite), Count Basie (Basie Plays The Beatles), y muchos otros temas para Gato Barbieri, Buddy de Franco, Cal Tjader, Winston Marsalis... ¿Para qué continuar? Entre las obras que compuso para otros músicos destacan Oro, incienso y mirra, que dirigió con la banda de Gillespie en la catedral de San Patricio (NY); Aztec Suite, para Art Farmer; Ramon López (Stan Kenton); Hight Voltage y Basic Bassie, para el Conde. Compuso obras para muchos grandes que no incluyeron su nombre en los créditos, forma de robo bastante generalizada. Su nombre aparece también, inesperadamente, en discos de Ringo Star o David Bowie.

Incursionó en más de una ocasión en la composición orquestal de tradición europea, pero ése no era su fuerte, aunque la conocía perfectamente.

Es en el jazz donde mejor se puede apreciar su enorme talento, sobre todo en Afro-Cuban Jazz Suite, texto musical donde logra tensiones y distensiones, fluideces y contracciones como no se encuentran en casi ninguna otra obra orquestal de jazz cubano. Al escuchar la combinación de rotundos metales con una línea melódica casi lírica y una casi siempre discreta percusión, puede sentirse el flujo de la marea, la intensidad de un coito muy satisfactorio... Y es que Arturo Chico O'Farrill, que murió el 27 de junio de 2001 en la ciudad de New York, que tanto amó, jamás cayó en los pecados que suelen acechar al jazz latino: el abigarramiento, el exceso de notas, la demasiada intensidad rítmica. Sabía como pocos dosificar, combinar estados de ánimo, intercalar timbres y ritmos diversos.

Dejó testimonio de su enorme talento en otros dos discos, Heart Of A Legend (Milestone, 1999) y Carambola (Milestone, 2000), además de su magistral participación con un revivalde Afro-Cuban Jazz Suite en la película Calle 54, del realizador español Fernando Trueba.

Fue el último representante de los grandes de las jazz band que llenaron toda una época, y Cuba le debe alguna de las más bellas páginas musicales de toda su historia.

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