| Cansado está mi corazón |
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| por LáZARO MORELL, Madrid |
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A medio camino entre la personalización y la metagoge, hay una figura retórica recurrente en la canción cubana y sobre la cual se ha escrito varias veces en estas páginas. Consiste en conceder a determinados componentes —reales o imaginarios, físicos o espirituales, morales o intelectuales— de las personas los atributos del propio ser. Alma, corazón y vida son, sin dudas, los más frecuentados y dentro de ellos es el músculo cardíaco el más sobrecargado de trabajo: no sólo tiene que mantener la circulación de la sangre durante toda la vida y sin descanso, sino que además parece ser el encargado de negociar amores, de asumir fracasos y de mantener la alegría. Los ejemplos de la utilización de esta figura son incontables y algunos francamente divertidos, como aquel que dice "...mi corazón y yo nos pondremos después de acuerdo/ y pronto de ti no quedará ni un solo recuerdo...".
El bolero que ahora nos ocupa es uno de los ejemplos más radicales de esta curiosa fórmula que parece incluir algo de irresponsabilidad y mucho de timidez o vergüenza. El corazón adquiere vida propia y resulta totalmente independiente de su propietario, hasta el punto que mientras el sujeto resulta engañado, la inmensa sabiduría depositada en las fibras musculares posee la capacidad de discernir la falacia del ser amado. Tan inmenso caudal de conocimiento agota y el corazón "...entonces no tendrá ya fuerzas/ para alcanzar otro amor,/ querrá entonces vivir/ tratando de olvidar...".
Cansado está mi corazón (bolero)
Juan Bruno Tarraza
Yo tengo el corazón enfermo
de tanto quererte,
el sabe que tú me engañaste
y no lo creyó.
Era tan profundo su cariño.
Eran alma y vida para mí.
Cansado estará algún día
de estar esperando,
entonces no tendrá ya fuerzas
para alcanzar otro amor,
querrá entonces vivir
tratando de olvidar...
No podrá, yo lo sé,
no podrá.
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