Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Música
Luis Barbería y lo diferente

'Nuestra música ha evolucionado muchísimo, pero únicamente nos damos cuenta los cubanos, porque hemos vivido el proceso', afirma el cantautor.
por DENNYS MATOS, Madrid Parte 2 / 2

¿Cambia también el tono de voz?

Sí, he cambiado incluso el timbre de la voz. Yo traía la onda de Cuba de cantar en un tono que no era donde más podía brillar. Cantaba en un tono medio que no es el registro mío más expresivo. Me defiendo en los agudos y en los graves, pero no en los términos medios, porque la voz me queda como muy velada, con menos cuerpo. Entonces le di otro tratamiento a varios temas del disco, trabajando con los graves, trabajando más la onda negra americana, que se mueve en esa órbita. Porque esta idea intenté hacerla ya en los temas para el primer disco de Habana Abierta, pero allí estaba cantada de una manera muy ingenua. Yo creo que eso ha marcado mucho nuestra generación, es decir, nosotros estamos muy preocupados por la idea de la canción en sí, más preocupados por la armonía, de trabajar con las armonías y con los ritmos, pero descuidando un poco el trabajo vocal propiamente dicho. Yo fui descubriendo aquí cosas de mi voz, a medida que escuchaba música y me ponía a cantar; cuando hacía, por ejemplo, la percusión vocal, estudiaba la voz y la respiración.

¿Qué tal el trabajo con los arreglos?

Los temas ya estaban hechos, luego vino el trabajo con gente como Francis Amat, arreglista de Estopa. Es un arreglista que no tiene un estilo de música en específico, sino que en función del tema y de lo que el autor y el productor quieren, él va trabajando. De repente yo le di un tema y él descubrió que se podía arreglar en una onda como la de Jamiro Quaid, que era uno de los artistas que en esos momentos más atención tenía. Fue atractivo el arreglo y a partir de ahí seguimos trabajando esa línea, en la que participó otro arreglista, Manuel Collado, con un grupo de arreglistas que se llama Mallatila, en el que despunta Jorge García. A mí me sorprendieron los arreglos que hizo de los temas Tú me amas, Échate esto, Te quemaste y Arriquintaun. Claro que todos estos arreglos se hicieron bajo mi criterio y el del productor.

¿Cómo fue tu relación con el productor?

Manuel Aguilar fue el que fichó a Habana Abierta cuando él trabajaba en B.M.G Ariola. A él le gustaba lo que hacía después de haber salido yo de Habana Abierta, y me propuso que trabajáramos juntos. Lo hacemos poco a poco, desde hace ya más de tres años. Es un buen músico, un buen bajista, y de las conversaciones y las ideas de cada uno fue fluyendo el proyecto, hasta que se concretó el disco.

¿Piensas que la generación de Habana Abierta debe abrirse a otras propuestas y reactualizar su sonido?

Pienso que sí, que debemos abrirnos y buscar otros caminos. Es una música que para funcionar a nivel de garitos y locales está bien, pero a estas alturas plasmar esa misma onda en un disco me parece que no es bueno. Nuestra música ha evolucionado muchísimo, pero únicamente nos damos cuenta los cubanos, porque hemos vivido el proceso, desde la vieja trova hasta la timba-jazz. Quien no haya vivido ese proceso es muy difícil que asimile este tipo de música. Por eso la gente aquí asimila más a Compay Segundo o la Vieja Trova Santiaguera, porque los sienten más puros. Nosotros tenemos cosas a nuestro favor a la hora de salir a competir en el mercado, como pueden ser los textos, las historias... Lo que nos hace falta es vestir esos textos, esas historias. Si tú tienes mensajes y cosas interesantes que decir, pero no sabes arroparlas, envolverlas en el papel que resulte atractivo para la gente, se pierde mucho. Esto yo lo cuidé bastante, buscaba un disco que tuviera buenas letras, y todo ello revestido de un lenguaje universal en el sentido de la música.

El sonido de Habana Abierta era ya bastante diferente a lo que hasta ahora se ha conocido como música cubana. Tu disco viene a ser una vuelta de tuerca más en ese extrañamiento. ¿Consideras que has hecho música cubana?

Sí, porque ante todo esa música es algo que yo tenía ya desde niño, no fue una cosa que se me ocurrió aquí. Con esa música creció nuestra generación, escuchándola en las estaciones de radio norteamericana, y esa realidad estaba tan presente como escuchar cualquier otra música cubana. No hay por qué renunciar a eso. Yo no he renunciado a esa parte de mi formación, a esa parte de mi cultura musical, como tampoco he renunciado a la cubana. Es ingenuo pensar que por hacer este tipo de música deja de ser música cubana, o que la música no es cubana. Realmente Cuba es un cúmulo de todas esas músicas. Para mí es música, y música cubana, porque el lenguaje es cubano.

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