Jueves, 26 septiembre 2002 Año III. Edición 459 IMAGENES PORTADA
Internacional
En estado judío

Entre el ghetto y la nación: Israel o el dilema de la Tierra Prometida.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami Parte 2 / 3

El judío actual no desciende de aquellos hebreos que Moisés remolcó por el desierto, o que los babilonios abusaron en su Torre de Babel. Las guerras de exterminio, los prolongados cautiverios y la esclavización, la asimilación muchas veces forzada a otras culturas y religiones hicieron que el hebreo puro se perdiese en la historia, para verse suplantado en la expatriación por conversos de otras razas. Por eso, una de las revoluciones culturales más profundas del siglo XX fue el surgimiento del Estado de Israel, con su cultura, su lengua y su literatura, a partir de un calidoscopio étnico.

Los judíos asumen disímiles visiones sobre la naturaleza y el objetivo de su Estado y de su seguridad. La intoxicación del triunfo contra los árabes en las guerras de 1967 y de 1973 extravió la interpretación sobre las características de su Estado; esta apreciación inmediata les llevó a pasar de su anterior vulnerabilidad a la omnipotencia. Así se hundieron más en un entorno mesiánico donde la proyección al futuro no partía del racionalismo experimental sino del dogma bíblico, y cuya única redención era adjudicarse a todo el Israel de la Antigüedad.

Terrorismo aparte, la existencia de la Organización de Liberación de Palestina (OLP) personificando a un pueblo desplazado, y declarando continuamente que Palestina no pertenecía a los judíos, creaba un escenario existencial embarazoso para los sionistas. Con la invasión al Líbano en 1982, Ariel Sharon se propuso resolver manu militari el dilema de un país judío con una extensa población palestina. Esperaba destruir a la OLP y presionar a los residentes de Gaza y Cisjordania para que aceptasen la anexión, y de paso librarse del reproche internacional de represores de los derechos del vencido. La estrategia desde Beguin hasta Sharon ha sido edificar un nuevo hábitat en los territorios ocupados expropiando y comprando terrenos y plantando distritos judíos, y anular así cualquier memoria de los Territorios Ocupados en 1967 —con OLP y todo— para que tales palestinos no exigiesen su independencia.

Por eso, el asiento de colonias judías en Cisjordania y Gaza no responde a la supervivencia sino a la erección de una patria de facto. Pero la guerra del Golfo a principios de la década del noventa evidenció que esta "profundidad estratégica" no protegía a Israel del peligro del terrorismo, de los cohetes de largo alcance y de las armas de destrucción masiva. Con este cambio de ecuación, territorio por paz ya no sería un favor a la OLP, sino algo vital para su seguridad nacional.

Esta estrategia del partido Likud se tornó en la más grave pifia política de Israel, sobre todo cuando el tema sobre el carácter de su Estado se reconsideró como derivación de la realpolitik militar y las presiones demográficas árabes, y cuando este programa de fusión se desplomó debido a las tensiones domésticas, la coacción norteamericana y los tratados de paz con Egipto y Jordania. Un amplio sector poblacional judío comenzó entonces a exigir la solución negociada con los palestinos de Gaza y Cisjordania, así como la retirada militar de las mismas.

No todo lo anti-palestino nace de lo ideológico; mucho se debe a la coacción militar y presión política que ha ejercido el mundo árabe, y la extendida negación a conceder legitimidad a un Estado judío. Hay que reconocer a un Israel prácticamente privado de opciones no-violentas, de fórmulas de aislar lo doméstico (palestinos) de lo internacional (árabes). Se puede entender cómo la praxis impidió que Israel aplicara la igualdad a los palestinos de su Estado, y a los de Gaza y Cisjordania, más aún cuando la OLP encendía la pradera con su terrorismo.

A partir de la invasión al Líbano en 1982 la prensa europea comienza a señalar a Israel como el ofensor, por ello se reabrió en su población la polémica sobre qué tipo de sociedad se quería, y sujeta a qué valores ¿Una Sudáfrica judía arbitrando eternamente a los palestinos, una Prusia intimidando a sus vecinos o un Estado que cumpliese los términos de seguridad, democracia y paz con éstos? ¿Con cuáles fronteras, con las originales de 1947, las previas a la guerra de 1967, o las bíblicas? ¿Con qué sistema de división del poder y valores éticos: uno para los ciudadanos y los no-ciudadanos por igual, o sólo para el territorio israelí y otro distinto para el conquistado?

A estas alturas, una nación judía con toda las tierras bíblicas desembocaría obligadamente en la autocracia al tener que violar los derechos políticos de sus habitantes no-judíos y justificarlo con la religión. Una nación democrática requiere desprenderse de Gaza y la Cisjordania, o bien aplicar la draconiana expulsión de los palestinos como abogan los ortodoxos, arriesgándose con ello a perder su alianza con Estados Unidos. Otra opción es la de englobar a judíos y no-judíos en un Estado multiétnico, con todos los derechos políticos por igual, con la alternativa de que en un par de décadas el voto islámico superará al judío. En vez de escoger entre estas posibilidades, los políticos israelíes bregarían por la transitoriedad, legando al Oriente Medio y a la comunidad internacional un teorema indescifrable.

Salto a cont. Siguiente: La revolución... »
1   Inicio
2   El judío...
3   La revolución...

Imprimir Imprimir Enviar Enviar

En esta sección

El juego duro de Gerhard Schröder
JORGE A. POMAR, Colonia
El diablo está en los detalles
JAP, Colonia
El ladrón de Bagdad
JUAN F. BENEMELIS, Miami
La ley de Newton
GILBERTO CALDERóN ROMO, México D. F.
Sangre por oro... negro
ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
Manual de instrucciones
BASTIANA RODRíGUEZ, Caracas
NOTICIERO
SOCIEDAD
ECONOMÍA
CULTURA
INTERNACIONAL
DEPORTE
MÚSICA
OPINIÓN
DESDE...
ENLACES
Chat
ENTREVISTA
Cartas
BUSCADOR
Galeria
Mini
EDICIONES
» Actual
« Anterior
» Siguiente
Seleccionar
D:  
M:  
A:  
   
Cuba libre
 
 
PORTADA ACTUAL NOSOTROS CONTACTO DERECHOS SUBIR
 
© 1996-2003 Asoc. Encuentro de la Cultura Cubana.