Lunes, 15 abril 2002 Año III. Edición 344 IMAGENES PORTADA
Economía
Sin vuelta de hoja

El cuentapropismo continúa reduciéndose... gracias a una política estatal dirigida a asfixiarlo.
por OSCAR ESPINOSA CHEPE, La Habana  
Restaurantes
Restaurantes privados. Sólo doce sillas

Unas 157.669 personas naturales, con capacidad legal para ser sujetos de derecho y obligaciones tributarias, presentaron su Declaración Jurada y Liquidación de Impuestos sobre Ingresos Personales correspondientes a 2001, cuyo plazo concluyó el 1 de marzo de acuerdo a lo publicado por el periódico Granma.

El diario añadió que sólo 1138 contribuyentes no acudieron a efectuar los correspondientes trámites, lo cual indica la existencia de 158 807 personas naturales registradas.

Bajo el concepto de personas naturales están comprendidos los trabajadores por cuenta propia, transportistas (de pasaje y carga), arrendatarios de viviendas, escritores, artistas, agentes de seguros y otros con ingresos no provenientes del salario (en moneda nacional), como por ejemplo los que comercializan productos por intermedio de Casas Comisionistas o quienes prestan sus viviendas para el servicio de telefonía pública en zonas rurales.

Lamentablemente, la cifra actual de cuentapropistas no ha sido brindada. Pero al ser una fracción de los citados 158.807 contribuyentes, no sería una sorpresa que ni siquiera alcanzara los 100.000 en todo el país.

A fines de noviembre de 1995, se comunicó oficialmente que 208.500 trabajadores tenían licencia de cuantapropistas, incluidos los transportistas, que más tarde, en 1997, fueron restados metodológicamente de esa categoría, al instaurarse la Licencia de Operaciones de Transportes (LOT), y pasaron a ser atendidos por dependencias del Ministerio de Transporte.

A mediados de 2000, funcionarios de la Oficina Nacional de Recaudación Tributaria (ONAT) dieron a conocer que la cifra total de cuentapropistas era de 109.562. Esta información fue reseñada por la agencia International Press Service en su revista mensual de la primera semana de octubre del mencionado año.

El descenso en el número de cuentapropistas coincide con la disminución de sus aportes al presupuesto nacional. Si en 1997 sus contribuciones alcanzaron 205,7 millones de pesos, que representaron el 2,4% de los ingresos totales del presupuesto de ese año, en 2000 se redujeron a 135,4 millones y 1,2% respectivamente, según lo reflejado en el Anuario Estadístico de Cuba, en su edición de 2001.

La continuada contracción del cuentapropismo, así como de su significación económica, ha sido consecuencia de una deliberada política estatal dirigida a su asfixia. Para ello, se han elevado paulatinamente los impuestos: se imponen desproporcionadas multas, son retiradas las licencias con el menor pretexto y persiste la creación de limitaciones y prohibiciones favorecedoras de un ambiente de incertidumbre para las personas dedicadas a estas labores.

Paralelamente, se ha paralizado la entrega de licencias para ejercer muchos de los oficios que originalmente se habían autorizado, como es el caso de los elaboradores-vendedores de alimentos, chapistas, carpinteros, hojalateros y otros.

El totalitarismo cubano ve en el cuentapropismo y en cualquier actividad que represente un cierto grado de independencia económica para los ciudadanos un peligro para su poder absoluto. No hay vuelta de hoja.


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