| La isla del 'facho' |
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| Quien hizo la ley hizo la trampa: el robo como obligación tras 43 años de paraíso socialista. |
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| por ISABEL REY, Villa Clara |
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"Facho" es el vocablo más en boga en la jerga popular cubana. Como sinónimo de tomar para sí lo ajeno, se puso de moda hace más de cuatro décadas, y ahora sus precursores enfrentan las consecuencias de tan reprobable ejemplo.
"Fachando" está en la Isla todo el que tiene oportunidad, no importa cuán alta sea la posición que ocupe; una prueba de la incidencia del delito a nivel nacional está en la creación del Ministerio de Auditoria y Control. Jorge Luis Pino, jefe de la Unidad de Enfrentamiento al Delito Económico del Departamento Técnico de Investigaciones (DTI) en la provincia de Villa Clara, pidió actuar con mayor energía ante estos problemas y puso como ejemplo que a nivel nacional el 85% de los transgresores sólo han sido amonestados o se les ha rebajado el sueldo, en una reunión de análisis del tema en el territorio.
A pesar de todos los cuerpos de vigilancia creados (SEPSA, etc.) para cachear a los obreros a la salida de los centros de trabajo, el robo tiene preocupados a los funcionarios políticos, de Gobierno y policiales.
Nadie sabe cómo desaparecieron del combinado textil Desembarco del Granma, de Santa Clara, 1670 conos de hilo y 2200 metros de tejido; o a dónde fue a parar el ron y los cigarros que por valor de 9234 pesos se perdieron de la Empresa de Producciones Mecánicas 9 de Abril, de Sagua la Grande.
En la Unidad Básica de Producción Cooperativa Mártires de Barbados, de Santo Domingo, se comprobó el desvío de 27.328 pesos concedidos por el banco para producción e inversiones, y que fueron empleados en la compra de bienes materiales; mientras, en la Empresa Mayorista de Productos Industriales de Santa Clara se "recibieron" mercancías por valor de 185.000 pesos, pero no se sabe qué camino tomaron.
El viñedo malo no es chico y abarca todas las ramas. Ante la pésima calidad del pan que se vende normado por la libreta de racionamiento, se ha optado por fabricar uno "alternativo" de mayor calidad, a un precio elevado en moneda nacional (4.00 pesos), con vistas a reducir la liquidez o dinero circulante —el pan de la cuota continúa de mal en peor. Sin embargo, el producto de la llamada "Cadena del Pan" no reúne los parámetros de calidad en peso ni en textura; se desvía la harina, la grasa o la levadura para hacer negocios en el mercado negro, donde se cotizan a precios elevados.
El cigarrillo, de alta demanda, no escapa a la promiscuidad de los artífices del "facho". Once fábricas clandestinas se descubrieron en el territorio; los cigarros apócrifos, "tupamaros" (llamados así por la población), son vendidos en los establecimientos estatales por empleados cómplices en las ganancias: picadura, papel y envoltura "salen" de las fábricas gubernamentales, por lo que la presentación de los "tupamaros" es idéntica a la de los Populares, única marca de tabaco negro en moneda nacional.
A la hora de comprar los víveres del mes —5 libras de arroz, 10 onzas de grano, 5 libras de azúcar...— la población es "fachada", pues las balanzas de los establecimientos estatales son adulteradas para que registren más de lo real. Durante un operativo a cinco entidades de venta minorista de alimentos de Santa Clara, una balanza registraba 100 gramos de faltante por cada 5 libras; en otra pesa el problema era peor: 150 gramos cada 10 libras. Resultó sorprendente descubrir una barbacoa en una bodega donde se almacenaban "sobrantes" no declarados: 336 libras de arroz importado, 115 libras de azúcar crudo, 318 de tipo refino y 105 de frijoles negros.
No importa que el Estado implemente el sistemático control de los "bienes de la sociedad" o bautice el hurto con otros sustantivos (ilegalidad, corrupción): el hecho dramático es que el cubano está obligado a robar para subsistir; debe apropiarse de cuanto esté —o no— a su alcance y, aunque se pretenda lo contrario, Cuba es hoy la isla del "facho".
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