Lunes, 15 abril 2002 Año III. Edición 344 IMAGENES PORTADA
Economía
Mil razones para no estar seguro

Nadie se roba a sí mismo: una máxima con la que no está de acuerdo el CIMEX ni su beneficiario el Gobierno.
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana  
Libro
Empresa cubana. ¿Ideología contra el robo?

El diario Juventud Rebelde del pasado 6 de marzo publicó un reportaje de la periodista Agnerys Rodríguez Gavilán titulado Las mil razones del CIMEX. Según el mismo, esa Corporación se propone recaudar mil millones de dólares, mejorar el servicio y erradicar los robos en los casi 1300 puntos de venta de que dispone a lo largo del país.

El artículo destaca el declarado y encomiable propósito de los directivos de esa entidad de brindar servicios eficientes y con calidad, con lo cual intentarán borrar la imagen negativa que se ofrece a la población en las unidades de venta.

El reportaje asegura: "Multar al cliente, o sea, violar los precios en el producto o servicio a consumir, sigue siendo la enfermiza obsesión de unos cuantos 'malacabezas' en los centros comercializadores en divisas que hoy existen a todo lo largo y ancho del país. Y lastra la imagen de la entidad. Con ella, se desatan la desconfianza, la falta de prestigio, la inseguridad". Por ésta y otras tantas razones, nos dice Agnerys, "los hombres y mujeres de bien de la Corporación CIMEX se empeñan en extirpar el mal de sus unidades".

El error de la periodista consiste en considerar que el robo al cliente (y también al Estado) es una "obsesión enfermiza de unos cuantos malacabezas". Si así fuera, la solución no sería difícil. Resulta que esa apropiación "indebida" constituye una conducta sistemática y generalizada de casi todos los trabajadores —sobrevivir es la palabra de orden—, sean éstos de los servicios o de la producción. Conducta que con el tiempo se ha ido convirtiendo en norma moral admitida por los vendedores y muchas veces por los propios consumidores, pues es, ni más ni menos, lo que éstos hacen cada día en su puesto de trabajo. Esa moral ciudadana negativa, resultado de continuadas frustraciones en la búsqueda de libertad, oportunidades y participación durante años, se manifiesta ahora en acciones concretas e inmediatas para subsistir.

La causa primera de estas conductas radica en la pérdida de la función del salario como principal vía de ingresos de los trabajadores. La deteriorada relación actual entre salario y costo de la vida les obliga a buscar ingresos adicionales muy superiores a los que reciben por su trabajo diario. En este sentido, los desmejorados sueldos constituyen un motivo permanente de conductas delictivas.

Otra razón tiene su raíz en la propiedad estatal absoluta, denominada "propiedad de todo el pueblo". Forma de mayorazgo en la cual los trabajadores no participan en la toma de decisiones y consiguientemente tampoco se sienten en el deber de cuidar equipos e inmuebles y de producir eficientemente; en cambio, como respuesta, se sienten con derecho a apropiarse diariamente de una parte de los productos y/o robarle al consumidor sistemáticamente. Como es cierto aquello de que nadie se roba a sí mismo, el día que en Cuba existan muchos pequeños propietarios cada uno será un efectivo vigilante de sus verdaderos intereses sin necesidad de que nadie lo inspeccione.

Quizá por eso Agnarys especifica que son "los hombres y mujeres de bien" de la Corporación los que se empeñan en extirpar el mal de sus unidades. Habrá que desearles mucho éxito, pero si el método para conseguirlo consiste en celebrar ciertas e inútiles "asambleas de compromisos", etcétera, es dudoso que lo logren: al menos hay mil razones para no estar seguro.


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