Martes, 09 abril 2002 Año III. Edición 340 IMAGENES PORTADA
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Cienfuegos: Como un corresponsal de guerra

por MARVIN HERNáNDEZ MONZóN  

"Me siento como un corresponsal de guerra desde que me confinaron, el 18/11/1997, y seguiré reportando a cualquier precio hasta que me suelten". Con este párrafo terminó su nota del 4 de marzo último Bernardo Arévalo Padrón, director de la agencia independiente Línea Sur Press, quien debe quedar libre en noviembre del próximo año.

En Cuba no hay por estos días guerra con intercambio de metralla. Dice el Gobierno que la guerra que le hacen es de ideas. De cualquier manera, no admite opiniones diferentes a las suyas, no importa cuánta verdad las respalde. Mucho menos oposición, por pacífica que demuestre ser.

Pero sin abundar en las condiciones de vida de las cárceles isleñas —que son un atentado contra la propia vida—, quienes ingresan en ellas por enfrentar al Gobierno, con la pluma o la palabra como arma, enfrentan rigores no escritos en el Código Penal, porque están grabados en la raíz del sistema.

Arévalo Padrón notificó que el pasado 2 de marzo más del 90% de los presos en el Campamento de Trabajo con Internamiento (CTI) # 16 de Cienfuegos, enfermó con vómitos y diarreas por ingerir riñones de res en mal estado; también uno de los carceleros que tomó de la comida destinada a los reos. Arévalo pudo librarse, como los demás que lograron sobreponerse a la hambruna carcelaria.

No obstante, el Jefe Provincial de Cárceles y Prisiones en Cienfuegos, teniente coronel Palma, insinuó que el mal se debía a cierta bebida conocida como "Calambuco", o a algún producto químico "echado" por alguien en el alimento de los presos.

Arévalo fue aislado por el "reeducador", capitán Francisco Soto Figueredo, quien intentaba impedir que un oficial médico del MININT interrogara al comunicador acerca de lo ocurrido.

Al día siguiente, con infinidad de reclusos rehidratados con sueros y ante la ostensible ineficacia de las sales hidratantes —repartidas por órdenes superiores para enfrentar la situación—, mientras continuaban las prisas de la defecación y la fetidez de las heces reinaba en el presidio, sobrevino la conclusión; el General de Brigada Henry Ascuy Villegas, delegado del MININT en Cienfuegos, ordenaba a la dirección penal: "Esto no puede salir por Radio Martí".

Durante casi 52 meses de encierro, Bernardo Arévalo Padrón ha enfrentado golpizas, confinamientos y otras modalidades de castigo por reportar los hechos de su entorno. Tal vez por ello se sienta como un corresponsal de guerra, aunque en su particular campo de batalla no tenga hacia donde correr ni pueda parapetarse de la metralla.


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