La Semana: Serie Nacional de Béisbol |
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El Rey ha muerto... qué viva el Rey: Por vez primera, tras su surgimiento como provincia en 1976, Holguín se corona. |
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por IVáN GARCíA, La Habana |
Parte 1 / 2 |
Cierto que en la discusión por el título nacional no estaban grandes equipos como Pinar del Río, Santiago de Cuba e Industriales, pero la final al mejor de 7 entre Holguín y Sancti Spíritus fue para no olvidar.
Ambas novenas están repletas de peloteros sin abolengo, que pugnan por un espacio en el deporte nacional. Eso sí: juegan con pasión sólo comparable a la de un puñado de niños en un "pitén" de barrio.
Salen con el uniforme pulcro al terreno. Y cuando cae el out 27, llegan a las duchas llenos de tierra y casi siempre con los pantalones rotos. Corren las bases deslizándose con violencia, y miran al rival con cara de pocos amigos. No pierden la deportividad, pero salen a jugar béisbol caliente. Y lo logran.
Esa es la virtud fundamental de los equipos Holguín y Sancti Spíritus. Por eso estuvieron en la final. Otros equipos cuajados de estrellas creen que un torneo se gana sólo con nombres. Fue bueno para el béisbol cubano que dos equipos chicos, tradicionales ocupantes de la parte baja de la tabla, discutieran el título.
Los extraterrestres de Holguín regresaron a su sede con la serie 3x2 a su favor. Cuando el ómnibus rodaba desde el hotel Pernik, donde estaban alojados, hasta el estadio Calixto García, las calles de la ciudad de los parques se volvieron un manicomio.
En la noche del jueves 27 de junio hubo que cerrar las puertas del estadio a las 6 de la tarde. A las 9 de la noche, cuando arrancó el partido, 35.000 fanáticos gritaban y hacían todo tipo de ruidos con cornetas, altoparlantes y congas. El perro, símbolo del equipo, estaba en el terreno en forma de rústica mascota. Y la música de Faustino Oramas, "El guayabero" —el Compay Segundo holguinero— amenizaba los entre innings, junto con el estribillo "cuidao con el perro, que muerde callao", del grupo habanero Juego de Manos.
Se vivía un frenético ambiente. Los aficionados orientales pensaban que en ese sexto juego todo sería cuestión de "coser y cantar". Pero los gallos del Yayabo fueron duros de pelar. Un Yovany Aragón bien plantado colgó 8 ceros consecutivos mientras su equipo lo apoyaba con 4 carreras, 3 de ellas impulsadas por el incontenible tercer bate Frederick Cepeda, quien bateó 3-3 incluyendo un jonrón.
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