| La semana: Serie Nacional de béisbol |
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| 'El Niño' Linares arriba a los 400 jonrones: su equipo marca el paso en el grupo A. |
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| por IVáN GARCíA |
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Fue un lanzamiento en curva de Ernesto Guevara Ramos, pitcher derecho de Granma. El tercer bate de Pinar del Río, el fabuloso Omar Linares, lo golpeó con violencia en pleno desarrollo. La pelota viajó alto y lejos por el left field, y se perdió en la tarde soleada del estadio de Bayamo.
Fiesta nacional. El mejor pelotero cubano de los últimos cuarenta años arribaba a una marca destinada a los elegidos. Entraba en el club de los 400 bambinazos. Pase usted, Omar Linares Izquierdo.
Sólo el "tambor mayor", Orestes Kindelán, con 476, y Lázaro Junco —ya retirado— con 405, han podido conectar más de cuatro centenas de vuelacercas en el béisbol de la Isla. En Grandes Ligas dos cubanos lo han hecho: José Canseco, con 462, y Rafael Palmeiro, con 447. Pero ya se sabe que en las estadísticas de la pelota nacional no se contempla a los compatriotas que compiten en las Mayores.
Omar Linares es un punto aparte en el béisbol local. Nació el 23 de octubre de 1967, en el poblado de San Juan y Martínez, Pinar del Río. Con 12 años abandonó su carrera como velocista y se dedicó a jugar béisbol. Fue la decisión más sabia de su vida. Con sólo 14 años integró el equipo Cuba al Mundial Juvenil de 1882, celebrado en Venezuela. A los 15 debutó en nuestros clásicos nacionales y bateó 267. Fue líder de bateo, con 409, cuando apenas contaba 17 años. Con esa edad integró la selección nacional a la Copa Mundial de Edmonton, Canadá, en 1985.
Desde ese momento su nombre es una constante en los equipos del patio. Modesto y callado, Linares es bateador de todos los días. Promedia un increíble 367 en 19 campañas. Es un fuera de serie. Según se dice, le han ofrecido 40 millones de dólares por jugar en Grandes Ligas, cosa que ha rechazado.
Según los entendidos, Omar es junto a Martín Dihigo, Orestes Miñoso, José Canseco y Luis Giraldo Casanova, uno de los mejores bateadores de los 127 años de historia del béisbol cubano. Desde hace un par de años las lesiones lo han disminuido. Puede que ya no sea el mismo. A sus 34 años lo ha tenido todo.
Su motivación para jugar béisbol ha disminuido. Hace mucho rato que llegó a su techo. El sueño de los fanáticos locales ha sido calibrar su calidad en el Big Show. Pero no pudo ser.
Justo en el momento en que Omar pegaba su descomunal jonrón, su equipo, Pinar del Río, tomaba la punta en el grupo A, con 15 victorias y 10 derrotas. Las aguas van tomando su nivel. Los equipos grandes mandan (excepto en la llave B, donde el eléctrico Santi Spíritus lidera con 18 y 7, apoyado en el mejor pitcheo del torneo, de 2,59). Por el grupo C, Villa Clara sonríe con 17 y 8. El trabuco santiaguero va al frente del D con 16 y 10.
La decepción es Industriales. Los azules de Rey Vicente Anglada siguen patinando. Marchan terceros en el B, con 12 y 14, a 6,5 de los gallos espirituanos. Les ha fallado todo. La disciplina, la defensa, el pitcheo, la ofensiva y hasta la buena suerte. Una novena que cuente en su nómina con bateadores de la talla de Lázaro Vargas, Javier Méndez, Enrique Díaz, Yasser Gómez, Antonio Scull, Germán Mesa y Carlos Tabares, todos ellos promediando cerca o por encima de 300 de por vida, debería, sin duda, ganar más juegos de los que pierde.
Añádasele que dispone de talentos jóvenes como Yoandry Urgellés, Osmani Massó, Diolesis Linares, Yunel Escobar y uno de los novatos más espectaculares del béisbol cubano en la última década, Kendry Morales. A pesar de tener un bullpen discreto, el equipo capitalino podría discutir el título.
Sus partidarios son de la misma opinión. Noche tras noche abarrotan el viejo estadio del Cerro. Impacientes, esperan que Industriales se desencadene. Ya es hora.
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