Lunes, 03 junio 2002 Año III. Edición 379 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Testículos y otras razones

por LUIS MANUEL GARCíA, Sevilla Parte 1 / 3

En su excelente análisis El Proyecto Varela o las trampas de la fe, publicado en esta página, el colega Jorge Salcedo objeta en su esencia el Proyecto Varela. Ante todo, recuerda que éste es "sólo un instrumento para lograr un fin común: la democratización de la Isla". Algo con lo que concuerdo plenamente, y que nadie debe perder de vista: el Proyecto no es un fin en sí mismo. Reconoce la valentía de sus autores y firmantes, así como su carácter de "aldabonazo en la dormida conciencia democrática del pueblo cubano", rememorando a Chivás. Y anota que "presentar al Gobierno cierta iniciativa de cambio con más de 10.000 firmas de ciudadanos es un ejemplo tan subversivo que poco importa el éxito o el fracaso de la iniciativa concreta", acotando éste como su, al parecer, mensaje fundamental.

No obstante, centra su discrepancia en varios puntos:

1— "El Proyecto Varela crea un precedente funesto" al legitimar la Constitución de 1976 como un marco válido y respetable. Y esta Constitución no debe ser acatada, porque, en principio, es una "regulación impuesta a la sociedad sin su consentimiento". De modo que "concederle legitimidad a la Constitución de 1976 es partir de la mentira, y sobre la mentira no se puede fundar la democracia en Cuba". "Es suicida pretender que esto no tiene importancia".

2— El Gobierno, sin violentar sus propios presupuestos constitucionales (que el Proyecto acata), puede rechazar el referéndum. Ante todo, porque "a la luz de la 'Constitución' Socialista, las leyes propuestas en el Proyecto Varela no lo son".

3— La verdadera legitimación del discurso disidente se basa en la Constitución de 1940 y la Declaración Universal de Derechos Humanos, desde cuya perspectiva paradigmática "la disidencia tiene mejor argumento que el régimen".

Creo que el análisis de Jorge Salcedo, así como las objeciones que desde diferentes lugares se han hecho al Proyecto, merecen un detenido análisis. Lejos de mí tildar tales objeciones como "actitudes extremistas de Miami" o atribuirlas al fundamentalismo de ciertos actores de la disidencia interna, cuyo propósito es hacer méritos ante los sectores más "duros" del exilio con vistas a su futura expatriación. Aunque en dosis cada vez menores, tales actitudes también existan. Basta recordar que hay voces en el exilio clamando aún por la extirpación del castrismo a sangre y fuego, y dispuestas a pagar el precio en vidas cubanas que ello requiera, sobre todo porque serían vidas ajenas.

Pero al margen de tales "ideólogos", la mayoría de los cubanos se posiciona frente al Proyecto desde el respeto a la valentía de sus autores y firmantes, en primer lugar, y desde su propio criterio sobre la "utilidad" perspectiva de la iniciativa.

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