Lunes, 07 enero 2002 Año III. Edición 274 IMAGENES PORTADA
Opinión
Tras la tempestad, indolencia

El Gobierno rechaza la ayuda ofrecida por EE. UU. Tras semejante decisión, pudiera parapetarse el temor a la gratitud del pueblo.
por ADOLFO FERNáNDEZ SAíNZ  
Toronjas
Derribadas por Michelle; toronjas en Jaguey Grande

En Cuba se da hoy una clara situación de desastre nacional. Lo indican las imágenes que nos van llegando por la televisión desde las provincias centrales. El huracán Michelle ha significado la peor catástrofe  natural en los últimos cincuenta años desde el punto de vista material (el Flora dejó centenares de víctimas fatales). La desolación que se abatió sobre el pueblo cubano el domingo 4 de noviembre vino a complicar más una situación económica ya de por sí harto difícil a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre, la contracción simultánea del turismo internacional y de las remesas que envía el exilio. A ello se sumó la retirada de la base rusa de Lourdes, que significa una pérdida de 200 millones de dólares en ganancia neta para las finanzas castristas.

Una situación como la que atraviesa el país amerita que el Gobierno dé una voz de SOS internacional y solicite ayuda humanitaria. Lejos de esto, se ha dado el lujo de rechazar la generosa oferta que el Gobierno de los EE. UU. hizo el 8 de noviembre.

Michelle destruyó decenas de miles de casas, miles de familias perdieron lo poco que tenían y otros centenares de miles resultaron damnificados. El ciclón arrasó las casas de techo de guano o de planchas de asbesto-cemento, no las de placa.

El jueves 8, el mismo día del ofrecimiento estadounidense, el vicepresidente para los asuntos económicos, Carlos Lage Dávila, habló más de una hora por TV y dio datos muy precisos sobre las cuantiosas pérdidas del Gobierno. Sin embargo, nada dijo del número total de viviendas destruidas. Conocía la cifra, pero prefirió omitirla.

En su nota del viernes 9, en respuesta a la propuesta de ayuda norteamericana, el MINREX dijo que "desde los primeros instantes se procedió a la rápida y minuciosa tasación de todos los daños". Entonces, ¿por qué prefirieron no dar esa información al pueblo? En la misma nota se dice que la reserva de recursos de que dispone el país en previsión de estos casos es "adecuada". Además de falsa, esta afirmación es contraproducente. La proverbial ineficiencia del régimen se hace patente hasta cuando hay buen tiempo. Es evidente que no se dispone de recursos materiales para ayudar a los damnificados. En el interior hay una franca situación de desabastecimiento, de falta de alimentos. En los noticieros televisados no se ha visto una sola bolsa de cemento ni un ladrillo. Además, esta afirmación puede frenar a potenciales donantes.

El Gobierno dice, asimismo, que en vez de aceptar una ayuda que se ofrece gratuitamente, sería preferible "adquirir" alimentos y medicinas "y pagarlas al contado en dólares estadounidenses". De ser así, ¿por qué no las compran dondequiera? Este alarde de suficiencia también va en contra de los damnificados.

El régimen reconoce, además, que estos recursos no irían directamente a los perjudicados sino "a restablecer las reservas que se están empleando". Pero los donantes serios quieren que sus recursos vayan gratuitamente a manos de las víctimas, no que sean estibados en almacenes estatales en previsión de la próxima catástrofe.

No hay ningún motivo para dejarles la mano tendida a los norteamericanos. ¿Y si estuvieran indicando con su gesto un cambio de posición? Se habría perdido una buena oportunidad de tender un puente, en una coyuntura de necesidad humanitaria, que podría conducir a una posterior normalización de las relaciones. Entonces, ¿a quién le interesa mantenerlas tensas?

Podría pensarse que el castrismo está defendiendo la dignidad de una nación bloqueada. Pero la oferta americana no venía con ningún condicionamiento humillante. Era respetuosa. Además, no es ético hablar de dignidad pasando de largo por las necesidades de los damnificados. Nadie podría haber criticado la ayuda. Al contrario.

Sólo hay una explicación al rechazo. El miedo. Miedo de que la población vea al archienemigo con ojos de agradecimiento. Miedo a que la ciudadanía vea claramente que ha sido preterida. El gesto generoso y respetuoso de la diplomacia norteamericana ha propinado al castrismo una derrota moral, ha demostrado su inoperancia, lo ha puesto en la disyuntiva de atender sus intereses políticos antes que los intereses del pueblo. Y eso fue lo que hizo.


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