La derecha castrista |
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A diestra y siniestra: corrimientos de un espectro político que no siempre refleja las realidades que nombra. |
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por EMILIO ICHIKAWA MORIN |
Parte 1 / 2 |
En un viejo cuaderno del PH Institute, dedicado a promover valores empresariales nipones, aparece una entrevista a Konosuke Matsushita, entonces líder de las divisiones Panasonic/National, de la que destaca el siguiente lance:
Periodista: ¿Me puede decir cuál ha sido el secreto de su éxito?
Matsushita: ¿Qué haría usted si va a salir y está lloviendo?
Periodista: Sacaría un paraguas.
Matsushita: Perfecto. Una reacción natural ante un fenómeno natural. Ése es el secreto de mi éxito.
En sentido general, solemos llamar "derecha" a la expresión política de ese proceder, que obedece los índices del sentido común. Un comportamiento clásico de "derecha", en el ámbito del mercado, es casi un mecanismo de reflejo: comprar barato y vender caro. Un hombre de negocios estará inclinado naturalmente a la "derecha", pues suele creer en la relación oferta-demanda y su influencia en los precios. Creerá en eso, aunque se le diga ingenuo.
Las "naciones de derecha" se ajustarán a los indicadores más simples; tratarán de exportar más que importar y, llegado el caso, preferirán prestar a pedir prestado. El hombre de "derecha" sabe que sólo una reacción natural le puede permitir acumular riqueza. Para que en mi bolsa entre dinero debo estar detrás de gente que esté dispuesta a perderlo o gastarlo: ése es un legítimo y sencillo lema de la "derecha".
La "izquierda" es otra cosa. Basada en el plus de riqueza que genera precisamente el proceder de "derecha", la "izquierda" insistirá en que hay cosas que se deben producir aunque impliquen un mal negocio, y que, a veces, es mejor comprar caro y vender barato. Un ejemplo ilustrativo: la "izquierda" pretenderá hacer creer que ocasionalmente es necesario comprar un billete de cinco dólares invirtiendo uno de veinte.
Sin embargo, los extremos políticos de "izquierda" y "derecha" no son absolutamente estáticos y a veces se dan corrimientos. Ocurre en el espectro político lo mismo que en el espectro de luz; salvando un detalle: éste siempre corre al rojo, que en política es como decir que corre siempre a la izquierda. Aunque sea mentira.
A la derecha se la puede convencer de que actúe a contrapelo de algunos resortes lógicos del mercado si se le hace ganar dinero con ello, o por lo menos ahorrarlo un poco. Por ejemplo, si hay que hacer un hospital o una escuela en la esquina de un barrio y el gobierno local no tiene dinero para ello, se le puede decir a un señor acaudalado (asumimos que el dinero solo se hace con sentido común, es decir, con un comportamiento de "derecha", aunque se verifique en el mismísimo Secretario General de un Partido Comunista) que si corre con la mitad de los gastos de esas obras se le descontara esa mitad, más otro poco, de sus impuestos fiscales. La filantropía hallará su lugar, estimulada ahora por el mismo interés que se creía su enemigo definitivo.
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