Jueves, 16 mayo 2002 Año III. Edición 367 IMAGENES PORTADA
Música
¿Cuarenta años de música cubana?

Lo más raigal de nuestros ritmos relegado al desván de la indiferencia.
por CARLOS OLIVARES BARó, México D. F.  
Portada

La música cubana está de moda. Después de las ventas millonarias de Buena Vista Social Club, las disqueras han descubierto que nuestros ritmos siempre estuvieron ahí y que el son nunca había muerto. Entrar a una tienda de discos es toparse con un sinnúmero de compilaciones realizadas, en su mayoría, sin el más mínimo rigor y marcadas por el afán comercial: Cuba, la isla que baila, Lo mejor de la música cubana, Cuba y sus ritmos, Las mejores orquestas cubanas, Selecciones de danzones cubanos, Los mejores sextetos cubanos, Boleros de la isla, Fiesta cubana: son, bolero, rumba y danzón, World Music Cuba, Cuban Salsa, Cuba baila, Authentic salsa, Selection, Cuba Music... Son títulos que, como avalancha, nos presentan diferentes sellos discográficos de Estados Unidos y Europa. Cuando revisamos créditos lo primero que resalta, en casi todas estas antologías, es la falta de investigación y la presencia incoherente de piezas, sobre todo bailables y de dudosa calidad rítmica, que pueden "pegar" y vender.

40 Years of Cuban y Music/ La isla del son (BMG/Milan, 1999), selección realizada y anotada por Olivia Sáenz, viene a sumarse a la lista interminable de compendios de nuestra música realizados con poca seriedad y en función de las leyes de la mercadotecnia. Cuarenta años que, por la fecha de edición del álbum doble, deberían brindarnos un panorama desde los 60 hasta los 90; sin embargo, de las 20 composiciones presentadas —todas del género bailable— un 90 por ciento muestra trabajos fundamentalmente de los 80 y 90 (Jaqueline Castellano, Orquesta Revé, Original de Manzanillo, Adalberto Álvarez, Isaac Delgado, N. G. La Banda, Pachito Alonso, Los Van-Van, Charanga Habanera, Irakere, Sierra Maestra, Raúl Torres...).

Se trata de una revisión de los últimas cuatro décadas de nuestro desandar musical que no incluye un solo bolero/filin, que ignora a la Orquesta Aragón, que jamás presenta a uno de los conjuntos clásicos de los 60/70 (Chapottín, Rumbavana, Bocucos...), en la que el Benny brilla por su ausencia y el mozambique —que puso a Cuba entera a bailar en los 70— se desconoce (y así toda la variedad de ritmos de los 70 y 80: pilón, pa´ca, simalé, chaonda...). Milan y la compiladora Olivia Sáenz nos anuncian 40 años de música cubana que resumen una esquemática presentación de composiciones bailables de los últimos 15 años, plagadas de lugares comunes y fórmulas destinadas a la complacencia de un público bailador poco exigente.

Lástima que sigan apareciendo en el mercado estos resúmenes que desvirtúan nuestra historia musical. El maestro Cristóbal Díaz Ayala ha asesorado varias recapitulaciones (The Cuban Danzón, 1999; The Music of Cuba, 2000...) desde una rigurosa investigación y un afán didáctico (estos elementos no interesan a las grandes disqueras) que podrían servir de ejemplo a estos improvisados antologadores. Nat Chediak, autor del Diccionario de Jazz Latino y curioso investigador de nuestros ritmos, tiene en su haber una excelente recopilación: Cuba, la isla de la música, que también puede servir de guía para abordar la tarea de conformar un compendio musical.

40 Years of Cuban Music peca de imprecisión: sólo aparece un número interpretado por Los Zafiros (La Caminadora) popular en los 60/70 y una composición del pianista Frank Emilio (Luyanó) de los 70; la mayoría de las piezas restantes responde a las exigencias de un público que espera la consabida presentación de un mapa que satisfaga sus curiosidades turísticas.

Quizá se salven por ahí algunos momentos bajo la cadencia de Sierra Maestra (Yo bailo con la fea), Irakere (Bailando así), N.G. La Banda (Jinetero) o Raúl Torres (Prometeo, la piruja), pero, en general, estos 40 Years of Cuban Music de BMG/Milan/Sáenz no muestran, ni por asomo, los mejores momentos de nuestra vida musical de las últimas cuatro décadas. Nuestra música vende, los empresarios han sabido aprovechar la coyuntura actual y seguirán estimulando la aparición de estas compilaciones marcadas por las exigencias del mercado; la música popular cubana necesita con urgencia de un resumen discográfico: los trabajos del maestro Díaz Ayala estimulan e invitan a que se acometa tan importante tarea.


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