Osmany Paredes con el grupo Menduvia |
|
Una placa en la que el pianista nos depara más de una sorpresa. |
|
por CARLOS OLIVARES BARó |
Parte 1 / 2 |
Hace unos años, en Mama Rumba (bar del DF donde se escucha y se baila música cubana), tocaba un piquete de músicos comandado por el joven pianista cubano Osmany Paredes (Santa Clara, 1972): interpretaba sones, guarachas, cha cha chá y timba; en la algarabía de la fiesta los bailadores se veían obligados a interrumpir sus pasillos para escuchar unos endiablados paréntesis pianísticos en solos donde las costuras del jazz se hacían evidentes. Los asistentes al bar de la caribeña esquina de Querétaro y Medellín, de la ciudad capital de México, presenciaban los fines de semana una suerte de recital bailable donde el plato fuerte era escuchar a Osmany Paredes con su piano.
Músico de férrea disciplina y talento a toda prueba, ha colaborado con Bobby Carcassés, Eugenia León, Amaury Gutiérrez, Celio González, Israel Cachao López, Patato Valdés, Chocolate Armenteros, Francisco Fellove, Susana Arp, Enrique Jorrín, Jorge Luke y la Orquesta 40 Grados (asesor y pianista titular). Dedicado actualmente a la composición y la producción musical, Paredes es digno y elocuente descendiente de lo mejor de la escuela pianística de la Isla, heredero directo de las huellas de Emiliano Salvador. Familiarizado con los aires de Lilí Martínez, Alfredo Rodríguez, Frank Emilio, Bergaza, Pedro Peruchín Justiz, Bebo Valdés, Rubén González y Chucho Valdés, se palpa en su estilo cierto ostinato que nos remite a Tatum, Monk, Garner, Jarrett y Evans, pero siempre con riff de inconfundible cubanía.
Osmany Paredes con Menduvia (Kaihna/ El Cuarto de Máquinas, 2000, México) es su primera producción musical como solista: se hace acompañar por un grupo de jazzistas de su generación y logra una placa que nos depara más de una sorpresa. Con formato de caprichosa estructura (instrumentos percutivos y de viento), Menduvia está integrado por jóvenes de fuerte presencia en el quehacer musical del país azteca: Braulio St. Fernández (bajo), Coki García (batería, percusión cubana), Miguel Valdés (congas), Alfredo Pino (trompeta y fliscornio), Fernando Acosta (sax tenor y soprano), Reynaldo Pérez y Ricardo Pérez (flauta) y Ana Cornejo (voz). Para este trabajo incluyeron a un invitado especial: el "Gran Fellove", mítico intérprete que incorporó el scat al fraseo guarachero allá por los años cincuenta.
Diez composiciones que se reparten entre "descargas", danzones, cha cha chá, guaguancoes y propuestas free. La digitación de Paredes acusa un desborde de notas fragmentadas que consiguen un raro equilibrio con la sección de percusiones y los metales. Dos percusionistas de nerviosa habla (García y Valdés) inician constantemente un diálogo desafiante con la trompeta, la flauta y el sax: Paredes se ve obligado a seguir el curso de sus líneas y ejecutar solos en contrapartida. Si en Atómico (Paredes) el concepto orquestal nos remite a los arreglos de Emiliano Salvador en la agrupación Nueva Visión y Cuadras Cha cha chá (Paredes) es muestra de inteligente cifrado digitativo en conversación scat de inusitada frescura, Vlady (B. St. Fernández), sin embargo, oscila entre el mood music y el smooth jazz con sutiles indicios de acid e influencias de Charlie Haden y Metheny.
|