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El reino del espíritu

Es ya famoso el desinterés cubano por lo material y, sobre todo, por su emblema más internacionalmente reconocido: el dinero.
por ENRISCO, New Jersey Parte 2 / 2

Muchos de los cubanos que hacen del viaje al extranjero casi un medio de vida, se comportan como verdaderos exportadores de nuestra especial espiritualidad. Si los que los reciben no se dan prisa por invitarlos a comer o similares, sugerirán discretamente: "¿Por qué no nos invitamos a unas cervecitas?" ( con una sonrisa en los labios). Acto seguido les recordarán al anfitrión que sus principios les impiden tener contacto con esos grilletes de la esclavitud capitalista del consumo que son las cuentas de los restaurantes. Con la comida y la bebida no hay problemas. Su abolición casi total en Cuba no significa que ellas en sí sean un símbolo capitalista. Una vez instalados en una mesa con medio pollo en una mano (eso puede variar de acuerdo a las circunstancias) y una cerveza en la otra (elemento invariable), se dedicarán a explicarle a su anfitrión la inmoralidad de un sistema que alimenta excesivamente a unos a costa del hambre de otros. Nada como comer para acordarse del hambre de los otros. El anfitrión se siente satisfecho de tener en la mesa a un representante del Tercer Mundo, ya que es materialmente imposible invitarlos a todos. Aunque puede llevarse una idea. Su invitado esa noche consume la misma cantidad de comida que todos los habitantes de Etiopía en un fin de semana. Lo único que lamentará el anfitrión es que alrededor de tres cuartas partes de su disertación sobre la injusticia mundial serán inaudibles por el ruido que hace el pollo entre las muelas de su invitado.

Algunos argumentan que nuestra vocación de espiritualidad se restringe al cubano de la Isla y que ella desaparece en cuanto el ejemplar de homo cubensis ha decidido establecerse allende los mares. Eso lo dicen porque no han visto a dos cubanos en Miami a la hora de pagar la cuenta de un restaurante. Parecería que no resistirían un segundo la infamia de cargar con ese dinero en los bolsillos. La pugna es tan intensa como si estuvieran disputando el orden de salida por la puerta de emergencia en medio de un incendio. Algunos observadores han señalado que, sin embargo, pocas veces ambas partes se enfrentan con una intensidad equivalente. Siempre hay una que disputa su derecho a pagar con el dinero en la mano mientras que la otra parte del conflicto mantiene la cartera reposando apaciblemente en su bolsillo. Pero esas son pequeñeces que sólo intentan enturbiar una espiritualidad y un desinterés que van más allá de las circunstancias geográficas.

Pero si se quiere tener una prueba inapelable de cómo la espiritualidad cubana no decae bajo ninguna circunstancia, bastará tener contacto con cualquiera de nuestros más exitosos hombres de negocios. No importa que su éxito empresarial lo haya conseguido en la construcción de carreteras, la venta de autos, el tráfico de drogas duras, la joyería o la trata de blancas. Siempre en su interior latirá un alma tierna, alejada por completo de las vulgares preocupaciones terrenales. Al final de una fiesta, cuando el nivel de alcohol en sangre convoca a la ternura y la confesión, el próspero hombre de negocios nos explicará que su dedicación a obtener dinero en cantidades industriales frustró al poeta, compositor de boleros o acomodador de cine que llevaba dentro. "¿De qué vale todo el dinero del mundo si uno no tiene un amigo en quien confiar o una mujer a quien leerle poemas (porque lo que es Cachita de leer el horóscopo no pasa)?", dice mientras bebe el último trago de un whisky que empezó a añejarse en las bodegas del rey Arturo. Y me viene a la mente Tonito la Calma, prominente representante del comercio minorista de hachís en Madrid (he modificado su nombre para proteger su identidad de posibles admiradores en la comisaría más cercana), cuyas ocupaciones no le ha impedido servir de mecenas a músicos que se reúnen en el parque que emplea como oficina comercial, y a cada rato interrumpe su próspero comercio para grabar un disco en el que vuelca sus más íntimos pesares. Y todo por el más puro amor al arte. Un saludo para ti Tonito, donde quiera que estés ahora: en el parque o la comisaría.

Pero una muestra definitiva de nuestro altruismo es el hecho de que el peor improperio que se le pueda ocurrir al Gobierno de la Isla contra sus opositores es que se han vendido, que su disidencia es asalariada y, de ser posible, por la CIA. Ello me hace recordar que casi desde que empecé a escribir las autoridades cubanas sugirieron que la susodicha agencia me estaba pagando a tanto la palabra. Hay algo en eso que me molesta sobremanera. ¡Hasta ahora no he recibido un solo cheque por parte de la agencia y ya me deben estar debiendo una cifra comparable con la deuda externa de Bolivia! Algunos amigos me han sugerido que les ponga una demanda por salarios atrasados, pero eso de pelearme con cualquiera por unos dólares lo veo indigno de mi condición nacional. A lo mejor en lugar de enredarme en una indeseable discusión monetaria les pido que me manden detergente o picadillo. Pero bastante. Como para invitar a cenar a todo el Tercer Mundo y luego poder lavar los platos. Mis amigos y yo somos de buen comer.

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