| Desafíos del sindicalismo independiente |
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| El Gobierno, en su triple condición de legislador, empleador y rector corporativo, margina cualquier atisbo de independencia laboral. Una calamidad y un reto para la clase obrera cubana. |
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| por CARMELO DíAZ FERNáNDEZ |
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Actualmente, en Cuba, las organizaciones sindicales independientes atraviesan una etapa compleja y peligrosa en el intento de desarrollar su proyecto a favor de los trabajadores nacionales.
El movimiento obrero, como organización o asociación autónoma, se encuentra prohibido por mandato legal, en abierta violación del convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual establece el derecho de los trabajadores y empleados a constituir las asociaciones que estimen convenientes y afiliarse a ellas sin autorización previa; éstas deben disponer de una serie de garantías para su libre funcionamiento, sin la injerencia de las autoridades. El Gobierno cubano es signatario de dicho convenio.
Las legislaciones que regulan la actividad laboral en la Isla están formuladas por el Estado en su triple condición de legislador, empleador y rector de la actividad sindical. Siendo así, todo intento por promover el movimiento sindical, libre de tutelaje gubernamental o partidista, es objeto de persecuciones, hostigamientos, expulsiones laborales, etcétera.
El movimiento sindical independiente de Cuba demanda, a través del ejercicio del derecho, que se organice libremente la vida sindical. Solicita democracia y participación activa en la toma de decisiones políticas, económicas y socio-culturales. Le preocupa la desigualdad participativa, así como el nulo aporte del sindicalismo oficial. Promueve una cultura política que no ignore las circunstancias privadas de la vida, sino que las enlace inteligentemente con las exigencias del trabajo diario. Reclama un espacio en la prensa para que sus demandas sean escuchadas y, a la vez, aportar nuevas ideas y proyectos vigentes en el mundo laboral actual que, sencillamente, el obrero cubano desconoce.
Las actuales estructuras, regidas por la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC), no representan al trabajador. La CTC no es en realidad una organización obrera, ni un foro de propuestas y alternativas sindicales.
Si de lo que se trata es de diseñar y coordinar políticas que desarrollen el país, no pueden producirse exclusiones ni marginaciones. La crisis económica que padece la Isla ha deteriorado considerablemente las condiciones de vida de los trabajadores. Son éstos, agrupados en sindicatos independientes, los llamados a diseñar y coordinar las políticas que los beneficien, y a rechazar aquellas que los afecten.
El supremo ideal del sindicalismo independiente es resaltar el valor del trabajo como única vía de realización personal y social, así como lograr que las decisiones que se adopten en el ámbito laboral estén exentas de compromisos ideológicos. Apoya la idea de que toda iniciativa legislativa relacionada con los trabajadores cubanos sea contrastada por sus propias propuestas. Aspira a que la nación conozca sus planteamientos e ideas. Cuando los obreros se reconocen entre sí, juntan sus esfuerzos, conocimientos y habilidades profesionales y técnicas, así como sus valores morales, el país recibe un mensaje de esperanza y surge un nuevo proyecto de sociedad civil y renovación social.
La esperanza de un futuro más digno no nacerá de lo que ocurra mañana, sino de lo que seamos capaces de hacer hoy.
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