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| Un puñal en la espalda de la ecología cubana: La cuestión del Dique Sur. |
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| por JOSé CARLOS LEZCANO, Atlanta |
Parte 2 / 2 |
Una impresionante campaña publicitaria acompañó al bautizado Dique Sur. Los resortes y propósitos eran más ideológicos que económicos y no distaban a los aplicados en la zafra del setenta. Los resultados, sin embargo, son aún más catastróficos. Cientos de millones de pesos fueron "devorados" en los primeros 52 kilómetros del dique, desde un punto cercano a la población de Majana hasta las inmediaciones de Surgidero de Batabanó. Se desafiaron restricciones. La era de los grandes caminos sobre el mar (pedraplenes) y de diques que atraviesan ciénagas, estaba en su apogeo.
No fue necesario esperar al siglo XXI para constatar el daño sobre el medio natural. Al quedar retenidos hacia el interior del dique grandes volúmenes de agua, decenas de kilómetros cuadrados se han perdido por sobresaturación. La fatídica acumulación acuosa atrapa también a residuales de la industria y la ganadería.
La intrusión salina realmente disminuyó en la cuenca costera, aumentando en su lugar la contaminación química y orgánica, con brotes de enfermedades infecciosas. Las plagas, fundamentalmente mosquitos, se han diseminado a niveles sin precedentes. Los pisos de las casa se agrietan "inexplicablemente", las inundaciones alcanzan lugares donde no se recordaban. Majana, Guanimar y Cajío son las poblaciones más afectadas. Mientras, la agricultura continúa su estrepitosa caída, resultado del modelo económico impuesto, por lo que ningún sistema de riego, tipo de fertilizante o dique millonario puede detener su tendencia al colapso.
A pesar de las calamidades actuales, lo peor está por llegar. La acción de un ciclón tropical provocaría inundaciones entre 20 y 30% superiores en magnitud a las conocidas hasta hoy en toda la región. El Gobierno conoce la realidad, pero la evade, pues el principal objetivo de estos monumentos inútiles es desviar la atención del ciudadano, infundiéndole expectativas que nublen su capacidad y oculten el último fracaso. El juego se repite una y otra vez, para ello sobran los recursos.
El Dique Sur no está concluido; se espera que continúe hacia el este, sesenta kilómetros más, hasta cerca de la provincia de Matanzas, aunque la realidad económica del país difícilmente lo permita. De cualquier manera, el puñal de la necedad continuará penetrando las entrañas de la compleja interacción ecología-sociedad, bajo el rigor autoritario de un Gobierno caduco.
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