| Miami: 'Play it again, Sam' |
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| Una ciudad salpicada de confluencias no necesariamente compatibles, pero irremediablemente expectantes. |
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| por ALEJANDRO RíOS |
Parte 1 / 2 |
Miami se parece cada día más a Casablanca. No al pueblo ultramarino aletargado sobre las faldas de la bahía habanera, sino al escenario del clásico cinematográfico dirigido por el húngaro exiliado Michael Curtiz, donde confluyen, en placentera armonía, personajes de todos los credos políticos y filiaciones sociales.
En la elegante prisión federal del downtown de la ciudad pernoctan los patéticos cinco espías cubanos que el Gobierno de la Isla insiste en disfrazar de héroes. Otros espías y colaboradores se confunden en incesante trasiego, integran organizaciones apostólicas o hablan por la radio en programas subvencionados por oscuros patrocinadores.
La pasada semana asistí a la apertura de una galería de arte atraído por un nombre que inmediatamente me hizo recordar al famoso fotógrafo, recientemente fallecido, autor de la más divulgada imagen del guerrillero argentino Ernesto Che Guevara, por la cual dijo siempre no haber cobrado un penique: Korda Collection, Inc.
Por un momento pensé que tenía alguna relación con una atractiva descendiente del fotógrafo que conocí en una fiesta cuando me tocó vivir en México, durante 1992.
Cual no sería mi sorpresa al llegar a la galería Korda, en el llamado Distrito del Diseño de Miami, una zona cercana a la bahía de Vizcaya donde se concentran lujosas tiendas de decoración interior, y descubrir que la dueña era una tocaya, también hija del fotógrafo y de la actriz de origen argentino Mónica Guffanti, quien trabajara durante años en varios grupos teatrales de La Habana.
Y ocurrió que en el impoluto salón donde colgaban obras importantes artistas cubanos contemporáneos, la mismísima Guffanti, ya entrada en años, trataba de controlar denodadamente la inquietud de su pequeño nieto.
Sí, Miami es la Casablanca de la Bogart y la Bergman, rediviva, con intrigas palaciegas pero sin peligros mortales, donde se aguarda el desenlace irremediable de lo que acontece a poco menos de un centenar de millas al sur de Cayo Hueso.
En la galería Korda Collection, Inc. los grupos departen, como siempre, sobre esa circunstancia enrarecida que no admite otra aproximación que no sea la humorística.
El pintor recién llegado de la Isla para asistir a la inauguración de una exposición de su pintura en Texas, ya tiene dos cuadros en esta galería, y al preguntarle sobre Ibrahim Miranda, otro afamado colega también con residencia en Cuba, me dice: "Está a punto de venir". Entonces le inquiero si para una muestra y me responde: "No, va a tener un hijo y necesita comprarle todas las cositas".
Desde las paredes nos observa, impertérrita, la peculiar imaginería de Kcho, Bedia, Los Carpinteros, Tomás Sánchez, Fernando García, Tomás Esson, Carlos Estévez, Ibrahim Miranda, Ciro Quintana y Belkis Ayón, entre otros. Unos de aquí, otros de allá, todos mezclados en una suerte de anuncio futurista.
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