¿Cómo se relaciona Cuba con esta ciudad que por más de doscientos años ha funcionado con precisión teutona? Pues a través del béisbol. Sucede que los descendientes de los nibelungos se toman este deporte tan en serio y en forma tan apasionada como los asiduos asistentes a La esquina caliente del Parque Central. La decisión de vetar la entrada de Pete Rose —oriundo de Cincinnati y que ostenta muchos de los récords de bateo más importantes— al Salón de la Fama de las Ligas Mayores, provoca discusiones más acaloradas entre los habitantes de esta ciudad que las disputas electorales entre Gore y Bush.
En 1911, los Patirrojos de Cincinnati contrataron a Armando Marsans y a Rafael Almeida, quienes se convirtieron en los primeros cubanos en jugar en las Grandes Ligas. Después desfilaron por esa organización algunas de las glorias más grandes de nuestra pelota, incluyendo a Adolfo Luque, a Leonardo Cárdenas y Tani Pérez, único cubano en ser elegido al Salón de la Fama por su ejecutoria en las Grandes Ligas. Su estatua lleva el uniforme de Cincinnati.
Hoy en día, Osvaldo Fernández, lanzador que hace sólo cinco años desertó del equipo nacional cubano, es parte del elenco de abridores de los rojos para la temporada del 2001.
Fundada en 1788, en las riberas del río Ohio, por inmigrantes de origen alemán y bautizada en honor de Cincinnatus, el legendario senador romano que renunció al trono para dedicarse a la agricultura y marchar hacia el anonimato, Cincinnati debió su crecimiento económico primero a la cría de ganado porcino (por lo que se le apodó Porcópolis y el símbolo de la ciudad hoy en día es un cerdo alado) y más tarde al auge de las comunicaciones y el comercio fluvial.
Su ubicación geográfica y su posición política abolicionista la convirtió, durante la Guerra Civil, en el punto central de llegada de los esclavos que huían hacia el norte en busca de su liberación a través de lo que se conoció como el sistema de escape subterráneo. Tan importante fue su función en ese aspecto que este año se inaugurará aquí el Museo Nacional de la herencia afro-americana.
Cinco universidades radican en su área metropolitana, totalizando una población estudiantil que supera la cifra de 50,000. En la University of Cincinnati, la más grande de todas, fue creado el Centro de Derechos Humanos a finales de los años 70, por el profesor cubano Jorge Carro, quien también fuera decano de su Facultad de Derecho. El departamento de Lenguas y Literaturas Romances de dicha universidad, organiza todos los años un simposio sobre literatura española latinoamericana. Cada encuentro se concentra en la obra de un autor y, en los últimos años, los eventos se han dedicado a José Lezama Lima, Heberto Padilla, Roberto Fernández Retamar, Pablo Armando Fernández y José Triana. Estos dos últimos se presentaron a leer y discutir sus obras.