Dos partidos de ensueño |
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Hace exactamente 36 años, Aquino Abreu concretaba una hazaña sin parangón en la historia de nuestro pitcheo. |
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por ALBERTO ÁGUILA |
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Hoy, 25 de enero, se cumplen 36 años de que Aquino Abreu lograra la mayor hazaña individual que ha conseguido un pitcher en toda la historia del béisbol cubano, a través de más de siglo y cuarto de práctica del deporte de las bolas y los strikes.
El extraordinario performance necesitó de dos jornadas. Aquino logró un juego de cero hit - cero carrera el 16 de enero de 1966, al vencer a Occidentales con resultado de 10 anotaciones por 0, en juego desarrollado en el estadio Sandino de Villa Clara, y que dejó estupefactos a miles de fanáticos —era la primera vez en Series Nacionales que un tirador lanzaba un no hit no rum—. Entrada tras entrada, Aquino fue tejiendo una actuación que lo llevó a los libros de records, en tanto el público iba poco a poco descubriendo la demostración formidable del lanzador del equipo Centrales.
Cuál no sería el estupor de los seguidores de la pelota al conocer, o ver, cómo el tirador, de 27 años de edad, volvía a tejer otra cadena similar —esta vez ante el más poderoso Industriales en el estadio del Cerro, con resultado de 7 a 0— nueve días más tarde, o sea, el 25 del propio mes.
Con su faena, el ídolo villareño recordó y empató la genial obra de Johnny Van Der Meer, que en 1938, desde el box del Cincinnati en la Liga Nacional, también realizó tamaña proeza. Algo que nadie más ha conseguido desde que el béisbol entró en la historia del siglo XIX.
Natural de Cumanayagua, y radicado después en Manicaragua, poblados de la antigua región de las Villas, Aquino Abreu fue un disciplinado lanzador derecho que debutó en las contiendas amateurs cubanas en 1962; era poseedor de una endemoniada bola rápida que solía tirar por el lado del brazo o de "cortalazo", lanzamiento muy dañino para zurdos o derechos si se trabaja en las esquinas del home, como él sabía hacer.
Actuó en 14 Series Nacionales, en las que ganó 63 juegos y perdió 65, pero este balance no refleja exactamente sus magníficas presentaciones. Muchas de ellas no terminaron con un triunfo para su cuenta debido a que, como él mismo me confesara muchos años después, no tenía suerte: "Cada vez que lanzo mis equipos no batean".
Su promedio de efectividad, de 2,26 carreras limpias, da una idea de sus logros sobre el box, tanto como el hecho de que sólo le conectaron 32 jonrones en 1 116 innings de actuación, algo así como un bambinazo cada tres juegos completos.
La última vez que vi al legendario Aquino Abreu fue en 1988, durante un juego de veteranos que auspicié en el terreno de Sancti Spíritus y contó con la asistencia de más de 10 mil parroquianos. Se le rendía homenaje a un numeroso grupo de peloteros de décadas anteriores. En esa oportunidad, Aquino trabajó 3 entradas sin permitir carreras ni hit, como si recordara su dos juegos de ensueño de tres decenios atrás.
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