| Rencor |
|
| La última película de Miguel Albaladejo, Perugorría incluido, aborda oblicuamente el tema de la inmigración en Europa. |
 |
| por ENRIQUE COLLAZO, Madrid |
|
Rencor, melodrama veraniego de Miguel Albaladejo, no enfoca de forma directa el tema de la inmigración, sino que prefiere girar sobre la órbita de los sentimientos de una mujer despechada —Chelo Zamora— para mostrar el difícil camino que recorre un expatriado en Europa, particularmente en España, en su afán por integrarse a la sociedad receptora.
La película no hace alusión explícita a la condición de inmigrante de Tony, ni menciona siquiera que es de origen cubano, aunque por las actitudes y comportamiento de éste, por su uso de expresiones netamente isleñas, haga evidente que se trata de un inmigrante de la Isla. Chelo es una cantante venida a menos que en su andadura tropieza con Tony, lo cual hará revivir recuerdos de una historia pasada y turbulenta entre ambos.
Hasta aquí, a grandes rasgos, el punto de partida de una película en clave de tragedia vacacional. Con respecto a la crítica, resulta prioritario referirse a la estructura dramática que la sostiene. La misma se nutre del sentimiento visceral de despecho acumulado por una mujer hacia un hombre del cual está perdidamente enamorada. Al no ser correspondida, decide boicotear todos los intentos de éste por borrar su pasado e integrarse normalmente a la sociedad. A partir de este planteamiento se teje un historia bastante simplona en la que odio y rencor actúan como el deux est machina de cada uno de los personajes, lo cual termina arruinando los sueños de realización personal del pobre canalla inmigrante de Tony.
Una base argumental tan maniquea difícilmente podía ser capaz de generar un guión demasiado elaborado, y aunque algunas actuaciones —como la del cubano Perugorría, la de Elena Anaya y la propia Lolita, por primera vez en rol de actriz— resultan encomiables, se esfuerzan por trasmitir cierta verosimilitud, la superficialidad con que está narrada la trama deja mucho que desear. La fotografía, convencional, no recrea los bellos ambientes costeros en los que se desenvuelve la historia; prefiere moverse en primeros planos y durante la noche, con lo que tampoco pueden señalársele virtudes.
Al final de la cinta las acontecimientos se precipitan vertiginosamente y se produce un cerco policial a una roulotte en la que el personaje de Tony amenaza de muerte a su propio hijo con el fin de negociar con la policía su libertad. La escena, típica del thriller norteamericano, filmada de manera totalmente grotesca e impresentable, fue el clavo que remachó esta tragedia típica del veranito español (inmigrante cubano incluido). Se trata de una genuina historia sobre la "mala leche" que puede verter cualquier "gallego" cuando es movido por bajas pasiones como los celos, el despecho o la envidia, enfatizada esta vez por ser la víctima un inmigrante al que se presenta como un chulo, un "chorizo" y un delincuente de poca monta que va por el mundo abusando de las mujeres con las que se relaciona.
Evidentemente, y por cuanto es un problema al cual España recién se enfrenta, al cine ibérico le queda aún un largo camino por recorrer en su intención de reflejar con acierto y de manera reflexiva el problema de la inmigración, y el lento y difícil proceso de integración cultural que ello trae aparejado. Sobre todo considerando la fuerte carga de conservadurismo que aún pervive en la mentalidad de buena parte de la sociedad española.
|
