Lunes, 15 abril 2002 Año III. Edición 344 IMAGENES PORTADA
El criticón
En la cuerda floja

Acerca de 'Meditaciones II', del plástico José Angel Toirac.
por DENNYS MATOS, Madrid Parte 1 / 2
Fénix
Sin título (Fénix) (José A. Toirac)

La obra de Toirac, desde sus inicios sistemáticamente corrosiva, se ha desarrollado en la cuerda floja de los límites de contenidos permisibles por la política cultural cubana aplicada al terreno de las artes plásticas. Jugar con estos límites le obliga a trazar una estrategia discursiva de sus obras que discurre en dos direcciones. En una se analizan los enunciados políticos culturales donde está enmarcado el contenido de la propuesta artística a realizar. Esto con vistas a apropiarse de los resortes ideológicos que le permitan introducirse en dicho mecanismo para, desde él, dilatar sus límites de restricción. En la otra, se despliega su armazón poética de indiscutible naturaleza conceptual, revestida de una rigurosa documentación (visual y textual) que habla del interés por los acontecimientos de carácter histórico y político.

Esta fue la estrategia que siguió en Una imagen recorre el mundo, realizada en 1989, dentro del Proyecto Castillo de la Fuerza y en el marco de la exposición Homenaje a Hans Haacke, del grupo ABTV al que perteneció Toirac. En ella se reflexionaba acerca del negocio publicitario que orquestó la editorial Feltrinelli con la foto que le hiciera Korda al Che en marzo de 1960. En Una imagen recorre el mundo se vendía un póster del Che que no reproducía la foto original hecha por Korda, sino la imagen de Feltrinelli vendida en todo el mundo. El póster costaba tres pesos respondiendo, con toda intención, al hecho de que el billete y la moneda cubana de tres pesos reproducen igualmente la imagen difundida por Feltrinelli. Aquí se evidenciaba la disfunción, o la inconsecuencia, de una política cultural dirigida a la educación ideológica del pueblo, que tenían al Che y sus ideales sobre "el hombre nuevo" como paradigma de pureza ético moral socialista. Un Che al que por esas misma connotaciones ejemplares, como paradigma para la revolución, se estaba desvirtuando, incluso hasta manipulando, al timbrarse monedas y billetes con su esfinge. Era como vaciar el contenido de su figura y llenarlo con el mercado de valores monetarios, es decir, hacer de él un producto para mercadear y consumir. Feltrinelli ya lo había hecho (por lo que la obra de Toirac implícitamente denunciaba el juego que se le estaba haciendo a esas prácticas capitalistas), y en Cuba la edición en 1988 de monedas y billetes sólo fue el principio de lo que vino después: ventas masivas de souvenires y postales con la foto de Korda. Pero, en aquel momento, la obra de Toirac dejaba entrever la falacia, el oportunismo hipócrita y la doble moral que ya se había instalado y practicaba en la política cultural de la revolución. Por eso la exhibición y venta de los afiches fue censurada.

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