Miércoles, 22 mayo 2002 Año III. Edición 371 IMAGENES PORTADA
Cultura
Jesús Díaz, esa gran pérdida

Fragmento de una entrevista con el escritor chileno Jorge Edwards, Premio Cervantes 1999.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa  
J. Díaz
Jesús Díaz

"La desaparición física de Jesús Díaz representa una gran pérdida para la literatura cubana y latinoamericana. Su muerte, tan repentina, me ha impresionado mucho. Es un episodio lamentable".

Así habla con voz pausada, en un hotel de Lisboa, el escritor chileno Jorge Edwards, Premio Cervantes 1999, que evoca los recuerdos que guarda del fundador de la revista Encuentro de la Cultura Cubana, a quien considera "un personaje de la literatura, de la lengua, que publicó varias novelas interesantes en los últimos tiempos, a pesar de que, evidentemente, tenía poco tiempo para hacerlo".

Edwards, el diplomático que Salvador Allende mandó a Cuba en los años 70 y que después escribió Persona non grata (1973), está visiblemente emocionado, después de recibir la noticia de la muerte del escritor cubano. La entrevista había sido concertada para tratar la obra literaria del Premio Cervantes y sus opiniones sobre la situación en Cuba y América Latina. Pero su testimonio sobre Jesús Díaz alcanza esa urgencia periodística que obliga a los adelantos:

"Jesús Díaz era muy joven cuando estuve en La Habana, en el año 1970, cuando fui nombrado representante diplomático. Fue a través de una chilena, Paz Espejo, que vivía en Cuba y trabajaba en el Departamento de Filosofía de la Universidad, que supe que tenía interés en visitarme.

Llegó a verme con un grupo de tres o cuatro jóvenes y me hicieron muchas preguntas acerca de la evolución política en Chile, las relaciones con Cuba, el contexto latinoamericano. Confieso que a algunas de aquellas preguntas me resultaba muy difícil contestar, especialmente porque no podía olvidar mi cargo diplomático.

Todos aquellos jóvenes trabajaban también en la revista Pensamiento Crítico. Después, supe que tanto la revista como el Departamento de Filosofía habían sido suprimidos por el Gobierno, y comprendí algunas de las inquietudes de Jesús y de sus acompañantes.

Posteriormente, conocí que él había salido de Cuba y me lo encontré por pura casualidad en un café de Madrid. En realidad, al principio no podía reconocerlo, habían pasado muchos años, ya estaba canoso, muy corpulento.

Entonces, se me acercó y me dijo 'Maestro'. Esta es una expresión simpática, que parece que usan mucho en Cuba, pero en Chile no tenemos esa costumbre.

Para mí fue muy importante reencontrarle, después de tantos años, y que aquella conversación se realizara entonces fuera del ambiente habanero y de la revolución cubana. A partir de ese momento tuvimos algunos contactos frecuentes. La última vez, estuve con Jesús en la Feria del Libro de Miami. Siempre me mostraba ejemplares de la revista Encuentro y yo le prometí que enviaría algunas colaboraciones. En realidad, no lo hice porque soy un poco perezoso. No hay otras razones, porque se trata de una excelente publicación. Creo que tengo esa deuda, con él y con la revista, y debo cumplirla".


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