Viernes, 31 mayo 2002 Año III. Edición 378 IMAGENES PORTADA
Sociedad
De fiesta y de luto

Se cumplen cien años del advenimiento de la República. Noventa de la matanza contra los Independientes de Color.
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana  
La Habana
La Habana (C. Piza)

El décimo aniversario de la República de Cuba se celebró con uno de los más horribles crímenes de nuestra historia. Desde ese día, la fecha pasó a ser también el aniversario del crimen contra el Partido Independiente de Color, hecho demostrativo de que, a pesar de todo lo avanzado con las guerras de independencia y la abolición de la esclavitud, la Isla era una República, pero no una nación.

En el proceso de transculturación que convirtió a peninsulares y africanos en criollos y después en cubanos, el negro fue un elemento esencial. Con su trabajo hizo posible la incorporación económica de la Isla a la civilización mundial; como combatiente hizo un inapreciable aporte a la independencia; con su influencia en el arte, la religión y las costumbres, hizo que Cuba fuera lo que es hoy. Por ello, para figuras como Elías Entralgo y Fernando Ortiz "el negro es para la historia cubana como el azúcar para la economía"; sin él, "Cuba no sería Cuba".

En la República, el negro tuvo que enfrentar simultáneamente los prejuicios raciales del patio y de los ocupantes norteamericanos. Fue víctima de una doble discriminación: como cubano respecto a los extranjeros y como negro respecto a los cubanos blancos. Durante la creación de la nueva institución armada, en 1899, los soldados y policías negros eran el 16,4%, y en 1907 sólo el 14,3%, en un país donde el 60% de los combatientes del Ejército Libertador habían sido negros. Los empleos en empresas norteamericanas, establecimientos comerciales y oficinas públicas estaban vedados para ellos. El 46,6 % tenía un ingreso menor de 30 pesos mensuales.

La Constitución de 1901 refrendaba la igualdad de todos los cubanos ante la ley y la libertad de aprender o enseñar libremente, sin embargo, el número de abogados y médicos negros en 1912 era del 0,3 % y 0,7 % respectivamente, mientras para los jóvenes negros resultaba difícil obtener educación e impensable el acceso a la universidad, con excepción de la carrera de pedagogía.

En 1902 decía Evaristo Estenoz: "...todas las oficinas siguen en el mismo estado, los de color siguen solicitados para porteros, para cocheros, para criados o para ínfimos puestos, lo mismo en correo que en la aduana. El presidio sigue dividido en blancos y negros, y el Cuerpo de Artillería dividido también". Para las elecciones de 1902 los negros mayoritariamente apoyaron al general Bartolomé Masó, pero el triunfo de Estrada Palma profundizó su malestar. Durante la Guerrita de agosto de 1906, en contra de la reelección de Estrada Palma, nuevamente apoyaron a los liberales con el mismo resultado. Esas y otras frustraciones condujeron a la idea de combatir el mal mediante la acción política independiente, cuyos antecedentes más próximos estaban en el Directorio Central de la Raza de Color y en el Comité de Veteranos y de Sociedades de la Raza de Color.

En agosto de 1907 se fundó en La Habana la Agrupación Independiente de Color, y en el primer número de su órgano oficial podía leerse: "Nada puede esperar la raza de color cubana de los procedimientos usados hasta aquí por los partidos políticos, porque nada han hecho que pueda ser para nosotros apreciable". Sin embargo, el Partido no era racista; la acusación tenía como objetivo restarle fuerzas al movimiento, lo cual se logró. En las elecciones de noviembre de 1908 sólo pudo presentar listas de candidatos en La Habana y Santa Clara. Posteriormente, en 1910, publicó que entre sus cerca de 60.000 afiliados había "15 mil soldados de la guerra de independencia, 12 generales, 30 coroneles y centenares de oficiales de menos categoría". Datos que tuvieron un éxito contrario y explican, en parte, la oposición al Partido y la aprobación de la Enmienda Morúa para prohibir la existencia de agrupaciones de una sola raza.

Una vez fuera de la ley, en 1912, lanzaron el grito de "guerra o abajo la Ley Morúa", pensando más en su derogación que en la guerra. Como respuesta recibieron la fuerza pública con los resultados conocidos. Miles de negros masacrados, ni un solo blanco atropellado y detenido el proceso inconcluso de formación de la nación cubana.

La matanza de mayo de 1912 es una prueba definitiva de lo vital que resulta la solución de males tan dañinos como la discriminación racial, la falta de oportunidades y la ausencia de derechos económicos, civiles y políticos.

Aquel monstruoso crimen confirma las palabras de Jorge Mañach en la Universidad del Aire: "... con la República no basta: la República no es más que una forma. Cuando una forma se ha llenado de sustancia espiritual y social, cuando se ha integrado y solidarizado cabalmente de modo que no haya vacíos ni tensiones en ella, cuando no sólo se siente vivir en sus recuerdos, sino también en su voluntad creadora de futuro, esa entidad histórica ha alcanzado la dignidad de la nación". Sueño aún pendiente de realización.


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