Viernes, 14 junio 2002 Año III. Edición 388 IMAGENES PORTADA
Opinión
La última palabra

Alrededor del punto: acerca de las recientes 'movidas' de La Habana.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa Parte 2 / 2

Si el régimen, a mediados de los años 60, pudo colocar como jefe de operaciones de Alfa 66 a un infiltrado de los servicios de inteligencia, y más recientemente a un piloto en Hermanos al Rescate, ¿no es tarea mucho más fácil preparar el curriculum vitae de un disidente interno y hacerlo popular en el exterior?

En lo que se refiere al Proyecto Varela, como es su costumbre cuando puede perder algún juego, Castro viró la mesa del dominó. Al decir de Carlos Puebla, "se acabó la diversión/ llegó el Comandante y mandó a parar".

Los gobiernos democráticos de América Latina y de la Unión Europea, que habían cifrado algunas esperanzas en el sentido común de los dirigentes cubanos, deben contemplar ahora boquiabiertos la desmesurada respuesta a un proyecto constitucional presentado pacíficamente por un grupo de ciudadanos. De ahora en adelante el sistema es "intocable" y quedarán derogadas todas las disposiciones de la Constitución que abrían la posibilidad para cualquier cambio. Alucinante.

Médicamente hablando, podría decirse que Castro ha pasado de la normal demencia senil, que se comienza a sentir a sus años, al verdadero delirium tremens. El peligro es que este señor puede llevar a un pueblo al holocausto en medio de tantas locuras... y las que faltan.

La contabilidad de las manifestaciones, marchas y actos mueve a risa. Granma da cuenta de los números exactos: fueron 9.664.685 ciudadanos. Podrá imaginarse el ajetreo en el centro de control, ante los partes que llegaban de capitales de provincia y caseríos, por fax, teléfonos, telegramas y palomas mensajeras.

Ahora, para completar el show de la modificación constitucional y convertirla en "intocable", se abren 129.523 puntos del 15 al 18 de junio. Los ciudadanos no pasan a votar. Demasiado peligroso eso de que queden solos con una boleta que diga SI de un lado y NO del otro. Como los del Proyecto Varela recogieron firmas, ahora se trata de firmar bajo la mirada atenta de la Comisión de los CDR, FMC, sindicatos, etcétera.

Por supuesto, los primeros en presentarse a firmar serán los que preparan una salida clandestina del país, están inscritos en la lotería para las visas, tienen algún business clandestino... porque lo importante en Cuba es no señalarse. El deporte nacional es la socarronería, que hasta los dirigentes comunistas han calificado ocasionalmente de "doble moral".

La nota de Castro para finalizar este proceso ya bordea el cinismo absoluto: "Faltarían después sólo el debate y el veredicto de la Asamblea Nacional del Poder Popular, que dirá la última palabra".

Para morirse de risa otra vez. Un Parlamento donde nunca nadie se atrevió a abstenerse en una votación. En fin, la última palabra la dirá la Historia, recogiendo esta página grotesca que llena de ridículo a un régimen totalmente desacreditado.

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