Carter, Bush y Castro |
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Tras las críticas, discursos y debates: ¿Qué iniciativa hará viable una nueva Cuba? |
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por ADOLFO FERNáNDEZ SAíNZ, La Habana |
Parte 1 / 2 |
La visita a Cuba del ex presidente norteamericano James Carter pasará a la historia como la crítica pública más incisiva formulada en la Isla al régimen totalitario por una personalidad extranjera. El visitante oficial criticó la falta de libertades civiles, políticas y económicas; basó su señalamiento a la carencia de democracia en la Declaración Universal de Derechos Humanos y pidió al régimen que permitiera la visita a las cárceles cubanas de la Cruz Roja Internacional y del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Finalmente, puso de relieve el Proyecto Varela, iniciativa constitucional que propone la celebración de un referendo sobre la reinstauración de los derechos civiles, políticos y económicos. De hecho, en 20 minutos de transmisión en vivo más una sesión de preguntas y respuestas, el Sr. Carter logró hacer más por el Proyecto Varela que sus organizadores en años y años de trabajo y esfuerzos —sin acceso a los medios de difusión, sin empleo en la mayoría de los casos—, de arrestos, golpizas, registros domiciliarios y hostigamiento de la policía política.
Todo el mundo sabía que el Sr. Carter pronunciaría un discurso pro democracia, pero éste rebasó ampliamente las expectativas.
¿Por qué permitió Castro tanta libertad a su distinguido huésped? ¿O sería un error de cálculo?
Fidel Castro sabía que su invitado se pronunciaría en contra del embargo, y así lo hizo. Pero Carter tuvo el buen tino de reconocer que el embargo no es el culpable del fracaso económico del castrismo. El régimen puede comerciar con más de 100 países e, incluso, encontrar mejores precios en otros mercados.
Fidel Castro también contaba con que al término de la visita y luego del regreso del ex mandatario, habría tiempo para poner fin a la pose liberal de relaciones públicas y volver a lo de siempre. Los elogios del visitante a la democracia y la cuota de reconocimiento a la disidencia eran un precio que había que pagar.
Con la visita de Carter, Castro espera haber echado a andar una maquinaria que puede hacer realidad su más ansiado objetivo: el levantamiento unilateral del embargo estadounidense —con el consiguiente arribo de millones de turistas norteamericanos, además de inversionistas y créditos— sin tener que cambiar nada en su sistema desfasado, ineficaz y represivo.
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