Los intelectuales y el poder |
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'Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada'. A 40 años de aquellas fatídicas palabras. |
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por MANUEL CUESTA MORúA |
Parte 1 / 2 |
La prensa oficial celebraba recientemente los 40 años de las palabras del presidente Fidel Castro a los intelectuales.
Se trataba en aquella ocasión, como conocen todos los intelectuales que hoy rizan los 60 años, de varias intervenciones y un discurso que fijaban los límites del pensamiento de todos aquellos dotados para ejercer las artes y las letras en Cuba.
"Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada", sería el lema que marcaría el quehacer y las peripecias de un par de generaciones de bien pensantes.
La Revolución como límite, que podría ser el título de un buen tratado de consecuencias sobre la arqueología intelectual de todos estos años, ha sido bien narrada por los que vivieron bajo el peso cabalístico de diez palabras y una coma inconfundible, que lo decidieron todo en esa zona bien ambigua de la subjetividad que es la cultura.
Fue aquel un momento de inflexión que obligaría a mirar hacia fuera y hacia arriba antes de gozar la palabra, esculpir un texto o guionizar una escena. No quiero imaginar el desasosiego de las ideas que se produce cuando el poder rompe la relación entre la realidad imaginada o real, y su percepción estética.
La cultura en sí misma es refracción de la realidad: la mía vivida y la por mí creada. Cuando tiene que vivir un segundo proceso de refracción en el cristal del poder, pierde su nitidez expresiva. En este sentido, el testimonio de las víctimas palidece ante el testimonio mudo e invisible de la obra que no pudo ser.
Heberto Padilla sufrió. Y desde el punto de vista humano, que es el mejor de todos los puntos de vista, su sufrimiento físico y moral pudo ser reparable sólo por la grandeza de su perdón. Pero a partir de él, no únicamente con él, la cultura cubana perdió cuando una buena parte de ella no pudo estar dentro del juego.
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