Imposible Longina |
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por LáZARO MORELL, Madrid |
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Es interesante constatar que los grandes clásicos de la música cubana, aquellos que dejaron su huella en múltiples generaciones de criollos no son, necesariamente, nuestros éxitos internacionales más contundentes. En ocasiones coinciden, como en los casos de El Manisero, de Simmons, o Aquellos ojos verdes, de Nilo Menéndez, pero muchas canciones por nosotros veneradas, como la que ahora nos ocupa, son perfectamente desconocidas fuera de nuestras fronteras.
Manuel Corona fue el fervoroso creador de mujeres imposibles y Longina su criatura más famosa y excelsa. Todo en ella era misterio y perfección: ojos, cuerpo, voz, rostro, boca, mirada y andar, hasta el punto que nadie sabría qué hacer con semejante prodigio. ¿Halagos de caribeño conquistador o excesos de una pasión enamorada? De todo un poco, que de ambos ingredientes se ha nutrido y nutre nuestro género más sentimental.
Longina (bolero-trova tradicional) Manuel Corona
En el lenguaje misterioso de tus ojos hay un tema que destaca sensibilidad. En las sensuales líneas de tu cuerpo hermoso las formas que se admiran despiertan ilusión. Es la cadencia de tu voz tan cristalina, tan suave y argentada, de ignota irrealidad, que impresionada por todos tus encantos se conmovió mi lira y en mí la inspiración.
Por ese cuerpo orlado de belleza, tus ojos soñadores y tu rostro angelical, por esa boca de concha nacarada, tu mirada imperiosa y tu andar señoril, te comparo con una santa diosa, Longina seductora, cual flor primaveral, ofrendando con notas de mi lira, con fibras de mi alma, tu encanto juvenil.
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