Mamá conga o el tango de Inés |
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por LáZARO MORELL, Madrid |
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No contento con darnos la más universal de nuestras canciones, El manisero, Moisés Simons produjo esta otra pieza que, sin llegar a los extremos de popularidad de su pregón, es también un modesto estándar internacional al que Bola de Nieve proporcionó su más indiscutible versión. Proviene, al igual que otras obras importantes, del repertorio del teatro musical que floreció en La Habana desde finales del XIX hasta principios del XX. Como tantas otras, pertenece a ese curioso género llamado tango-congo, que no es ni lo uno ni lo otro. Como mismo los escritores urbanos de Argentina y Uruguay inventaron la poesía gauchesca, que poco tiene que ver con las payadas de los gauchos, nuestros músicos blancos inventaron una música negra que poco tiene que ver con la que se tocaba en los solares de los barrios de Cayo Hueso, Atarés o Jesús María. Esto no es un comentario negativo. Esas búsquedas, que incorporaban elementos de la afrocubanía (dicho en el sentido según el cual puede hablarse también de la hispanocubanía), sirvieron para abrir los oídos de los neófitos a formas más populares como el guaguancó u otras variantes de la rumba. Además, el hecho estético es o no es, y si alguien puede resistir los encantos de la versión ya citada es que la música no es lo suyo.
Mamá Inés (tango congo) Moisés Simons
Aquí estamos to' los negros que venimos a rogar, que nos concedan permiso para cantar y bailar...
¡Ay Mamá Inés, ay Mamá Inés, todos los negros tomamos café!
Pero Belén, Belén, Belén, a dónde anda tú metía que en to' Jesús María yo te busqué y no te encontré...
Ay, chico, Si yo estaba en casa 'e madrina que ayer me mando a buscar, en el solar de la esquina, que ella vive en el manglar...
¡Ay Mamá Inés, ay Mamá Inés, todos los negros tomamos café!
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