Lunes, 24 septiembre 2001 Año II. Edición 198 IMAGENES PORTADA
Dulce cantar
Novelesco insomnio de piedras rodando

por LáZARO MORELL  

Si me pidieran una selección de las diez canciones cubanas más hermosas, pasaría mucho trabajo escogiendo las otras nueve. Convergencia es una de esas extrañas ídem, en las que letra y música (de autores distintos) se complementan para producir algo realmente asombroso y que no existía antes.

Cristóbal Díaz Ayala la propone como antecedente de la canción moderna, a pesar de sus reminiscencias trovadorescas, quizás porque muchos de sus elementos aparecerán después en la Nueva Trova. No es casual que Pablo Milanés la incluyera en su repertorio ni que haya gozado de más de una interpretación espléndida, como la de Miguelito Cuní en 1958, el primero en hacerla famosa después de años de olvido.

En 100 canciones cubanas del milenio, Díaz Ayala cuenta que Bienvenido Julián Gutiérrez le entregó a Marcelino Guerra un papel con una letra a la que ni él mismo ni otros autores habían podido musicalizar. Nunca antes ni después hicieron algo juntos pero con esa fugaz convergencia fue suficiente para que ambos lograran su obra maestra. Caprichos de la creación.

El método de la letra no puede ser más parco: dos estrofas. Una, dedicada a describir al sujeto amado, la otra, al protagonista amante. Lo más interesante es que ambas descripciones son una acumulación de tropos sin pretensiones objetivas y, a pesar de todo, sin excesivos lugares comunes ni excesos románticos. Tiene logros muy especiales, como la aclaración que reza "así eres tú en mi corazón" donde, a diferencia de tantas canciones de la trova, se explicita que no se trata de una mujer idílica, sino idealizada.

Convergencia (bolero, 1938)

Música: Marcelino Guerra (Rapindey)
Letra: Bienvenido Julián Gutiérrez

Aurora de rosa en amanecer,
nota melosa que gimió el violín,
novelesco insomnio do vivió el amor,
así eres tú, mujer,
principio y fin de la ilusión,
así eres tú en mi corazón,
así vas tú, de inspiración.

Madero de nave que naufragó,
piedra rodando sobre sí misma,
alma doliente, vagando a solas,
de playas olas, así soy yo,
la línea recta que convergió
porque la tuya al final vivió.


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