Miércoles, 11 diciembre 2002 Año III. Edición 513 IMAGENES PORTADA
Internacional
Medidas desesperadas

El Gobierno de Hugo Chávez reacciona ante una huelga general que pudiera paralizar la mayor fuente de ingresos de Venezuela: el petróleo.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa  
Caracas
Caracas, 4 de diciembre. Marcha contra el Gobierno
de Hugo Chávez

Con la intervención militar en el sector petrolero, incluyendo en los buques que transportan el crudo, el régimen venezolano que encabeza el presidente Hugo Chávez se convierte en un peligro internacional.

Después de cacarear durante días que la huelga general había sido un fracaso, Chávez ha tenido que aceptar que hay serios problemas en el sector petrolero y, lo que es mucho más grave, ha decretado la militarización no sólo de las gasolineras: ya dio pasos para que efectivos de la Marina de Guerra sustituyan a las tripulaciones de los barcos que transportan el crudo y que se encuentran en paro.

Si el Gobierno venezolano se atreve a lanzar a los mares a petroleros con tripulaciones de la Marina de Guerra, sin duda alguna que ello representa un grave peligro en momentos en los que la humanidad ni siquiera ha podido respirar de alivio después del desastre del Prestige frente a las costas españolas. Sin duda alguna, no resulta lo mismo maniobrar con una fragata de la Armada que con un barco cargado de combustible.

Las medidas de Chávez son cada vez más desesperadas y está tratando de aplastar el espíritu de lucha de los venezolanos con la doble estrategia de los actos de matones y turbas (que semejan a los talibanes o Brigadas de Reacción Rápida al estilo cubano) y la destitución de gerentes y directivos de la empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA).

Venezuela es el quinto exportador mundial de petróleo y, en condiciones normales, el país produce 3 millones de barriles por día.

Estados Unidos recibe de Venezuela el 12 por ciento de sus importaciones de petróleo y ya Washington expresó su "profunda inquietud" por la escalada de violencia que se vive en ese país suramericano.

La "inquietud" debe ser compartida también por el presidente Fidel Castro, ya que Cuba recibe una buena parte de los suministros petroleros de la Venezuela de su amigo Chávez. Indudablemente, el régimen de La Habana jugará todas sus cartas para que el presidente venezolano pueda permanecer en el poder.

Según algunos diarios venezolanos, agentes cubanos no han sido ajenos a los preparativos de los "grupos de choque", que bajo el disfraz de ciudadanos enardecidos contra "la oligarquía" se han convertido en la guardia pretoriana de los alrededores del Palacio de Miraflores, en Caracas.

Si bien los representantes del Gobierno y de la oposición aceptaron reanudar el diálogo, bajo los auspicios del Secretario General de la OEA César Gaviria, para tratar de buscar una salida al conflicto, lo cierto es que Chávez se muestra cada vez más renuente a respetar el juego democrático, e insiste en permanecer en el poder y negar la posibilidad de que se realicen elecciones anticipadas.

Ya el pasado viernes 6 de diciembre elementos chavistas armados dispararon contra una pacífica manifestación de la oposición, con el saldo de 5 muertos y cerca de 20 heridos, en un vano esfuerzo por tratar de amedrentar a la oposición venezolana.

Por el momento, las Fuerzas Armadas parece que son fieles al presidente Chávez, pero el secretario general del Movimiento hacia el Socialismo (MAS), Leopoldo Puchi, ya advirtió que "el ejército es como una caja negra, muy difícil de descifrar. La intransigencia de Chávez lleva a pensar que cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas, o por lo menos que él cree que cuenta con ese respaldo".

La batalla para hacer comprender a Chávez que lo mejor para el país es convocar unas elecciones anticipadas, parece que sólo ha comenzado. A todas estas, el Consejo Bancario y la Asociación Bancaria de Venezuela anunciaron que los bancos se unían al duelo nacional declarado por los sectores de la oposición tras las muertes del pasado viernes.

El empecinamiento del presidente venezolano puede conducir a un baño de sangre, o a establecer en Venezuela un régimen militar y autoritario, contrario a las corrientes democráticas que predominan en el continente latinoamericano con la única excepción de Cuba. Por ahora, la sociedad civil venezolana y sus medios de comunicación social han demostrado que no cesarán en esta lucha para preservar la democracia. A ello debería unirse la presión internacional, no sólo de gobernantes latinoamericanos, sino también de la Unión Europea.


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