Diálogo sin fin |
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Sí, pero no. Castro, la UE y el cuento de la buena pipa. |
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por MIGUEL RIVERO |
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Es el único país latinoamericano con el cual la Unión Europea (UE) no tiene firmado ningún acuerdo de cooperación.
Es el único de los 78 miembros del grupo de países Africa-Caribe-Pacífico (conocido por la sigla ACP) que no firmó el Acuerdo de Cotonú y, por tanto, no se beneficia de los 13.500 millones de euros de ayudas que la UE concede a estos países, hasta el 2005, para fomentar sus instituciones democráticas, erradicar la pobreza y contribuir a su integración en la economía mundial.
Los días 1 y 2 de diciembre los miembros de la denominada "troika" comunitaria (representantes de Bélgica, España y de la Comisión Europea) estuvieron en Cuba para reabrir "el diálogo político" con el régimen de Fidel Castro.
Esta reunión fue presidida de infructuosas gestiones por parte del viceprimer ministro de Bélgica, Louis Michel, presidente pro-tempore del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la UE, que se dedicó a la inútil tarea de intentar convencer a las autoridades de La Habana para que dieran "algunas señales" de liberalización del régimen y normalizaran las relaciones con los Quince.
Ya desde el pasado 28 de noviembre, en Washington, un grupo de estudiosos de la política cubana había advertido: "El Gobierno comunista de Cuba optó por atrincherarse en la ideología ante los recientes reveses económicos, descartando nuevas reformas para mantenerse en el poder".
Primero, se dijo que sería Michel quien estaría en La Habana para las conversaciones, pero evidentemente Louis se dio cuenta a tiempo de que estaba embarcado en una misión imposible, y la delegación fue encabezada por el secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores de Bélgica, Jan de Bock. Una clara señal de que la UE no tenía la más mínima esperanza de lograr un gesto de La Habana que permitiese alterar la posición común, adoptada en septiembre de 1996.
Esta posición común, propuesta por el Gobierno español, puede resumirse en un párrafo clave: "El objetivo de la UE en sus relaciones con Cuba es favorecer un proceso de transición hacia una democracia pluralista y el respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales, así como una recuperación y mejora sostenibles del nivel de vida del pueblo cubano".
Como se puede apreciar a simple vista, nada más alejado de los propósitos que animan al "joven turco" y ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, que ha desarrollado una sordera crónica ante todos estos conceptos, lo que le garantiza la permanencia en el cargo.
Por todo ello, no resulta nada extraño que en el comunicado final de esta reunión el único elemento positivo haya sido que "las partes manifestaron su deseo de continuar este diálogo político de manera regular".
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