| Carta a Juan Diego |
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| por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona |
Parte 1 / 3 |
Ensantado y alucinado Juan Diego Cuauhtlatnatzin o Cuauhtlatóhuac:
Más allá de haber logrado ser el primer emigrante latino en arribar a ese lugar tan mullido y manzanar que es el paraíso, hay cosas que me interesan mucho de tu caso. Resolver los papeles para salir del limbo bien vale una conversación. A Hatuey se lo propusieron, pero falló algún cuño. Hasta hace pocos años funcionaba todavía lo de pararse en medio de la calzada, bajar los párpados y deslumbrar a los transeúntes gritando con voz parecida a la de Juan Ramón González Ramos: "I have a dream". Y empezar a hablar medio en ciencia ficción de que los hombres son hermanos, y que los arcángeles bajan a darnos recados. Con lo fácil que es mandar un e-mail o, en su defecto, un fax. Yo intenté soltar ese lema una vez, pero me comí el ¿artículo? ¿adjetivo? ¿pronombre? ¿locución adverbial?, y en vez de decir que tenía "un" sueño, declaré que estaba partido de la surna, lo que significa debilidad humana. Pero volvamos a ti, y a la historia tremebunda de cómo siendo indio, latino, tercermundista y emigrante, has logrado colarte entre las nubes, mano a mano con San Pedro y su ruido de llaves. Puede que ya hayas quemado el truco. Los hombrecitos estamos fuñidos, y no creo que en el caso femenino nuestras emigrantes puedan meter el forro de las Once Mil Vírgenes, pues hay un detallito ahí, simple formalidad para acceder a ello, no numérico, un himen sin castigo que dificultaría el trámite. Pero si el método, o la onda sistemio-ilógica —para hablar con propiedad—, es ponerse a tener visiones, ver santos y sapos en las paredes, delfines en las mesas redondas, creer que el apóstol se rasca la nariz en la Plaza, o que Jesucristo es lanzador del equipo Cuba, ya estamos arreglados. Anda cada uno por ahí... ¡madre mía!
Pero, antes de estas várices mentales que suelo meter —o varices, que en la Madre Patria no se acentúan porque tendrán una circulación distinta—, se impone poner a los testigos al corriente de tu vida y milagros (serían mil logros) con el loable objetivo de que la gente entre en caja, siga la bolita por encima de la ned (aunque esté bajita como la de Nelson, el cantante), deje de parecerse a los koalas durante un incendio y participe con sus moléculas mentales, que hay quien las tiene todavía, a pesar de la bronca de judíos y palestinos, y las manzanas con mantequilla llevadas a la isla. Hay gente que sobrevive a cualquier cosa.
Se dice de ti, y yo no soy casi nadie para ponerlo en duda ni siquiera lo pongo en ningún lado, que es como decir que no lo pusiera, pues, para poner están las gallinas, y no todas, siempre dependiendo de la especie. De la especie de vecino que uno tiene si hay gallinas de por medio. Existen vecinos que se ponen para las gallinas que pongan, eso es lo malo de estar puesto. Y en lo de puestos, ya puestos a ver, los hay de viandas y fronterizos, (incluso el puesto de La Habana, a donde llegan barcos), pero eso es otro asunto. Que en los dos hay similitudes: ambos suelen tener troncos de yuca... Y creo que me he perdido celestialmente hablando, o se me ha montado Cantinflas. Ah, sí. Se dice de ti, o sea hay criterios, que naciste en Cuauhtitlán —no confundir con nuestro cuauhtitlán de bronce— allá por 1474, de modo que tuviste tiempo de entrarle bien al maíz antes de que llegara la gente de Extremadura a introducir el chorizo donde no les llamaron. Uno ahí, Cortés que no le quita lo valiente, al frente de su trompa, rompiéndolo todo como un elefante en un cunero. Y nacido en ese año —que las estadísticas anotan como un año normal, con sus 365 días bastante hábiles, y sin muchas efemérides aún—era normal que te guiaras por el otro calendario, el del Estadio Azteca, que no Inca ni te lanzaba a las Mayas.
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