La Habana: Ministerio de Propaganda |
|
|
por HéCTOR PALACIOS RUIZ |
|
La propaganda es una de las materias primas que más gravan el valor de los productos, la paga del consumidor. A través de ella se le incorporan propiedades a las cosas. Nos hace ver destellos de oro, cuando en realidad consumimos cualquier metal dorado.
Esta maquinaria también se ha instalado con eficiencia en la política, uno de los productos de más baja calidad y de los más costosos.
En los sistemas totalitarios, la propaganda se utiliza como un poderoso calmante contra la desesperación, un veneno que paraliza la acción del cerebro. Crea un pánico interior indescriptible; hace que los seres humanos se conviertan en manadas de corderos que escuchan solamente los gritos del temible pastor.
Únicamente en ese ambiente pueden idolatrarse las ofertas de los amos. Está prohibido por ley el consumo libre de otros productos. Para que esto se garantice se construyen cientos de cárceles, adonde se llevan a quienes proponen otras opciones.
El ministerio de propaganda de la Isla es un enorme aparato con brazos hacia todos los lados, con recursos ilimitados, creado por el Partido Comunista para que los "consumidores" conozcan y estén al tanto de lo que éste imponga.
Este poderoso organismo cuenta con miles de hombres calificados, que tienen la misión de repetir lo que se les ordena. Poseen el control de los periódicos, las emisoras de radio y televisión, los radio escuchas, las palomas mensajeras y hasta de los lectores de tabaquerías.
Las órdenes se elaboran en el máximo nivel, pues el mayor objetivo es mantener el poder a toda costa. Uno de los pies de este emporio son las diarias y calumniosas mesas redondas, que tienen como ponentes fijos a cinco o seis "sabios", autorizados para denigrar hasta a la misma María Santísima.
Estos "sabios", hombres y mujeres, son intocables mientras cumplan con deleite lo que se les orienta. Saben de economía, ideología, política, medicina, cosmonáutica y santería; lo que sucede en cada hogar y a cada persona, así como los males de todos los gobiernos del mundo.
Son personas de luz larga, la corta no la usan. No "conocen" los males que agobian a su país. Dicen que lo plural es cosa de Satanás y que lo verde es rojo. Se les impone ver el totalitarismo como si se tratase del diamante del Capitolio de La Habana.
Otro de los pies de este terrible fenómeno son las concentraciones de fines de semanas, que no afectan a las ordinarias, en ellas se repite lo mismo, pero por distintas personas.
El costo de estas concentraciones es significativo para nuestra anémica economía. Se paraliza la producción en extensas zonas, el reducido transporte a la población, se consuman toneladas de combustible, se gasta en meriendas, se imprimen miles de banderas, se preparan escenarios para grandiosos actos culturales en que se declamen las prosas que fabrican los militantes intelectuales. Después, la parafernalia se repite puntualmente, varias veces y por casi todos los medios de comunicación, creando una sensación de cansancio, agobio, que deprime y humilla. Esas son las consecuencias más inmediatas que dejan en la población los efectos del Ministerio de Propaganda.
|