Relevistas. ¿Qué relevistas? |
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Sobre el tope amistoso México-Cuba, en el que la escuadra nacional evidenció el bajo nivel de su pitcheo de segunda línea. |
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por JORGE EBRO, Miami |
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Ni las estrellas orientales ni las occidentales pudieron con la selección mexicana, que por tres veces se impuso en un tope amistoso entre ambos países.
Dos factores fueron determinantes en las derrotas de los criollos. Primero, la poca oportunidad del bateo con hombres en base. Segundo —pero decisivo—, el bajo nivel del pitcheo de segunda línea, porque todavía los técnicos de la Isla no han concientizado la importancia de formar relevistas.
Durante años y años, posiblemente hasta la llegada de Euclides Rojas al equipo nacional —a finales de los años 80—, las selecciones no contaron con verdaderos relevistas, lo mismo de carácter intermedio que taponeros.
Siempre se resolvía con un abridor que cubriera esa función. Ahí están los ejemplos del santiaguero José Luis Alemán y del matancero Jorge Luis Valdés, quienes en distintos momentos de la pasada década lanzaban un día como abridores y al siguiente venían para apagar el fuego de turno.
Hoy en día las escuadras nacionales siguen repitiendo el mismo esquema con hombres que son abridores en las series domésticas y, una vez en el exterior, son empleados como relevistas. Eso fue lo que pasó en el tope contra los rentados aztecas —por cierto, no son los mejores los que juegan en la liga de invierno, como dijo la prensa oficialista— con serpentineros de la talla del pinareño Pedro Luis Lazo y el supersónico espirituano Maels Rodríguez.
Cuesta trabajo admitir que el relevista trabaja con una perspectiva totalmente distinta a la de un abridor. Son jugadores muy metidos en su papel de respaldo y con un entrenamiento muy estricto. Mientras el abridor se prepara mentalmente para salir cada cinco días, el apagafuegos está preparado para subir al box los cinco días consecutivos.
Tampoco es igual la preparación del relevista intermedio que la del taponero, quien viene usualmente a sacar los tres outs finales a base de una recta invisible y un control extremo. Si no pregúntenle al cerrador cubano de los Marlins de la Florida Vladimir Núñez, que fue abridor con los equipos de La Habana y ahora es el encargado de asegurar el triunfo de su equipo en las Grandes Ligas.
De ahí la necesidad de que se empiece a preparar a peloteros especializados en esa función, y desde edades juveniles. Es muy reconfortante ser abridor estelar, pero sin un relevista que remate la obra inicial ningún equipo podrá aspirar a la victoria.
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