Miércoles, 04 diciembre 2002 Año III. Edición 508 IMAGENES PORTADA
Con ojos de lector
Cuba a través de su flora y su fauna

por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Miami Parte 1 / 2
Tocoloro

Tradicionalmente, Cuba ha sido identificada con su flora y su fauna, aunque esa imagen a menudo ha estado acompañada de la idealización. Se inicia esto el mismo día en que Cristóbal Colón inventó una isla mítica en la cual vio, como recordaba Lezama Lima, grandes perros cuyas bocas sostienen como una columna de madera, donde creyó ver letras, y que no dudó en llamar la tierra más hermosa que ojos humanos habían visto. Una hipérbole que, aunque no sea cierta, uno le agradece al Almirante, pero que estableció y abonó el terreno para las futuras utopías que luego acumuló nuestra isla.

Nuestra flora y nuestra fauna hallaron una representación mucho más real en las ilustraciones que los europeos empezaron a realizar desde finales del siglo XVII. Antes de esa fecha hubo, no obstante, algunos proyectos para documentar científicamente los animales y plantas de la Isla. Por ejemplo, en 1570 Felipe II envió a su médico personal para que estudiara la naturaleza de la Nueva España, pero desafortunadamente ninguno de los dibujos correspondientes a Cuba se conservaron. De ahí que tenemos que considerar como primeros los que aparecen en obras como Suite du voyage (1704), de Nicolás Guédeville, y, sobre todo, Descripción de diferentes piezas de Historia Natural (1787), de Antonio Parra, primer libro en el cual nuestra naturaleza es dibujada in situ y por un nativo, Manuel Antonio, un joven de diecinueve años hijo del autor. Estas y otras imágenes forman parte de la interesante exposición Illustrating Cuba's Flora & Fauna, cuyo curador es Emilio Cueto, y que se puede ver hasta el 19 de enero en el Historical Museum of Southern Florida, de Miami.

La muestra, primera de su tipo que se organiza dentro y fuera de Cuba, reúne sellos de correo, souvenirs para turistas, platos, marquillas de tabaco, etiquetas, pañuelos, monedas, abanicos, llaveros, cubiertas de revistas y cuadros de pintores contemporáneos como Jorge Pérez Duporté, José Bocourt Vigil, René Martínez Sopeña y Ramón Alejandro, quienes en parte de su obra se han dedicado a recrear motivos de nuestra naturaleza. El espacio mayor, sin embargo, lo ocupan las ilustraciones, que en su mayor parte pertenecen al período colonial. Esos dibujos cumplían, ante todo, una función científica o utilitaria, la de descubrir, clasificar y estudiar las especies de la Isla. Pero a la vez, constituyen obras hermosas y atractivas, que ponen de manifiesto tanto las habilidades artísticas de los ilustradores como la variedad y belleza del mundo natural cubano.

Las ilustraciones de las primeras décadas no fueron hechas por españoles. De hecho, vieron la luz en ciudades de Europa como Florencia, París, Leipzig, Londres y Bruselas. Una excepción es la Historia de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, impresa en Sevilla en 1574, y de la cual se expone una edición facsimilar. Los dibujos de ese período tampoco fueron hechos a partir de plantas y animales recogidos en nuestro país, sino que se usaron ejemplares de otras regiones de América donde también existían. En ese inventario figuran, por un lado, las plantas propias de la Isla, que fueron llevadas por los siboneyes y los taínos (yuca, maíz, tabaco, papaya, guayaba, mamey), a las cuales se sumaron después de 1492 otras "naturalizadas", que llegaron de otras zonas del continente o que fueron introducidas por los europeos, como el arroz, la caña de azúcar y los cítricos.

Además de los europeos, a Cuba empezaron a llegar naturalistas e ilustradores de algunos países latinoamericanos. Así, en 1796 y 1797 el mexicano Atanasio Echeverría visitó Cuba; la primera vez como parte de una expedición financiada por Carlos III. Se sabe que durante su estancia realizó ochenta y seis dibujos, pero nunca llegaron a ver la luz. En la segunda de esas expediciones también participó el español José G. Sánchez, quien recogió material a partir del cual preparó dos libros, uno dedicado a las plantas y otro a los animales.

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