Miércoles, 04 diciembre 2002 Año III. Edición 508 IMAGENES PORTADA
Con ojos de lector
Las perlas de su boca

por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Miami Parte 1 / 2
Boca

Hace tiempo tengo la idea de recoger en un libro una serie de textos que he ido encontrando a lo largo de varios años de lecturas. Me llamaron la atención no por sus cualidades literarias, ni por la agudeza y la brillantez de las ideas allí expuestas, sino precisamente por todo lo contrario. Algunos son verdaderas diatribas dignas de que los insultados hubiesen salido de inmediato a poner una denuncia en un juzgado de guardia. Otras son imbecilidades de tal calibre que seguramente hoy hacen enrojecer de vergüenza a quienes los firmaron. Y otros, en fin, son canalladas que merecerían figurar en una Historia universal de la infamia realmente infame. En su mayoría, no necesitan de más comentarios, pues hablan por sí solos de manera más que elocuente. Como botón de muestra, comparto con ustedes algunas de esas perlas.

El jueves 15 de abril de 1965, el periódico habanero El Mundo publicó un artículo de Samuel Feijóo titulado Revolución y vicios. Allí, el conocido poeta, narrador e investigador de nuestro folclor analiza algunos vicios heredados del capitalismo, y tras referirse de modo muy breve a los ya erradicados por la revolución (el tráfico de estupefacientes, la prostitución, los juegos de azar...), se ocupa de los que en ese momento aún quedaban por liquidar: el alcoholismo, las peleas de gallos y aquel al que, en realidad, dedica casi todo el espacio: el homosexualismo, para él "uno de los más nefandos y funestos legados del capitalismo". Comienza Feijóo con una afirmación de una candorosa idiotez: "En una ocasión Fidel nos advirtió que en el campo no se producen homosexuales, que allí no crece este vicio abominable. Cierto. Las condiciones de virilidad del campesinado cubano no lo permiten" (es una verdadera pena que no podamos saber qué hubiese opinado sobre ello Reinaldo Arenas). Feijóo cita después al crítico chileno Ricardo Latcham, quien se lamenta de que la homosexualidad sea un problema grave en ciudades como Santiago de Chile y México, a lo cual él contestó expresando su confianza en que, en Cuba, "el socialismo, que reivindica y sanea al hombre, destruirá ese vicio dondequiera que se manifieste". Como dicen los norteamericanos, no comment.

Interrogado por Latcham acerca del homosexualismo entre los escritores y artistas cubanos, el autor de Tumbaga comenta que "pasó un mal rato", pero tuvo que confesarle la verdad: "Que ese legado del capitalismo se mantiene aún. Pero que contra él se lucha y se luchará hasta erradicarlo de un país viril, envuelto en una batalla de vida o muerte contra el imperialismo yanqui. Y que este país virilísimo, con su ejército de hombres, no debe ni puede ser expresado por escritores y artistas homosexuales o seudohomosexuales. Porque ningún homosexual representa la Revolución, que es un asunto de varones, de puño y no de plumas, de coraje y no de temblequeras, de entereza y no de intrigas, de valor creador y no de sorpresas merengosas. Porque la literatura de los homosexuales refleja sus naturalezas epicénicas, al decir de Raúl Roa. Y la literatura revolucionaria verdadera no es ni será jamás escrita por sodomitas, eso es un fraude más, una superchería más de tan bien empiñados viciosos".

Feijóo suscribe plenamente la opinión del crítico chileno de que los conjuntos danzarios "enfermos" deben de ser aniquilados, para que "den paso a nuevos cuadros con los artistas viriles. ¡Y qué decir de otros géneros artísticos!". Y concluye su artículo: "No se trata de perseguir homosexuales, sino de destruir sus posiciones, sus procedimientos, su influencia. Higiene social revolucionaria se llama esto. Habrá de erradicárseles de sus puntos claves en el frente del arte y de la literatura revolucionaria. Si perdemos por ello un conjunto de danzas, nos quedamos sin el conjunto de danza 'enfermo'. Si perdemos un exquisito de la literatura, más limpio queda el aire. Así nos sentiremos más sanos mientras creamos nuevos cuadros viriles surgidos de un pueblo valiente. Rompamos el vicioso legado capitalista".

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