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Huracanes: escala de intensidad y cronología en Cuba

  Parte 1 / 2

El poderoso huracán Michelle, cuyos efectos se han hecho sentir este domingo en Cuba con intensas lluvias y fuertes ráfagas de viento, está clasificado como de categoría 4 en la escala Saffir-Simpson —una menos que la más destructiva de la escala—, que mide los daños potenciales que puede provocar un meteoro de esta naturaleza.

Creada en la década de los 70 por el ingeniero norteamericano Herber Saffir y el director del Centro Nacional de Huracanes estadounidense, Robert Simpson, la escala toma en cuenta para su clasificación los destrozos potenciales que puede producir un huracán, su presión mínima, los vientos y las mareas que genera.

Estas son sus características según el Centro Nacional de Huracanes:

Categoría 1: huracán con vientos de 118 a 152 km/h y presión mínima en su ojo de 990 milibares. Daña principalmente árboles y provoca destrozos ligeros en otro tipo de estructuras. Inunda costas en zonas bajas y provoca marejadas con olas de 1,32 a 1,65 metros de altura.

Categoría 2: Produce daños moderados y se mueve con vientos de 153 a 178 km/h. La presión barométrica en su centro es de 965 a 979 milibares. Daña árboles y destruye en forma parcial techos y ventanas de viviendas precarias, pero no afecta con intensidad a edificios y residencias de construcción sólida. Afecta muelles y marinas de yates con perjuicios serios.

Categoría 3: Ocasiona daños extensos, con vientos de 179 a 209 Km/h y una presión mínima en su ojo de 945 a 964 milibares. Derriba árboles, destruye viviendas de precaria construcción y afecta en menor grado a edificaciones sólidas. Inunda extensas áreas en zonas bajas costeras, con una altura de olas que van de los 2,97 a los 3,96 metros a su llegada a las playas. Obliga a la evacuación de personas residente en terrenos bajos cercanos a las costas.

Categoría 4: Genera daños extremos. Soplan vientos de entre 211 y 250 km/h y la presión mínima en su centro es de 920 a 944 milibares. Arrasa y destroza árboles, letreros públicos y provoca grandes perjuicios en viviendas. Destruye techos de residencias pequeñas y daña viviendas cercanas a las costas debido a la gran cantidad de lluvia que desprende y a la fuerza con que hace ingresar el mar a esas zonas. Las olas alcanzan 4,29 a 5,94 metros de altitud. Se recomienda masiva evacuación de residentes en área de unos 500 metros de costa por donde pase el centro del huracán, hasta unos tres kilómetros tierra adentro.

Categoría 5: se califica a estos huracanes como "catastróficos". Mueve vientos de más de 250 km/h, con una presión mínima inferior a los 920 milibares en su ojo. Arranca grandes árboles de raíz y provoca daños de gran consideración en todo tipo de viviendas, inclusive derrumbes en las de peores condiciones de construcción. Bate el mar con suma violencia, levantando olas de más de 6 metros de altura en las costas. Evacuación obligatoria de pobladores de áreas costeras. Daños cuantiosos en obras de infraestructura, como puentes, represas, etc.

Desde mediados del siglo pasado, más de medio centenar de huracanes han azotado a Cuba, dejando miles de muertos y damnificados, pueblos y cultivos arrasados y cuantiosos daños a obras de infraestructura.

El huracán Michelle, con vientos de más de 215 km/h en su centro y de categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, es el meteoro número 52 que ha golpeado a la mayor de las Antillas con la calificación de huracán, según estadísticas oficiales.

Desde comienzos del siglo pasado, Cuba sufrió además de los huracanes registrados, el embate de 109 tormentas tropicales (vientos de hasta 112 km/h).

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