Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Habla Elizardo Sánchez

Entrevista exclusiva en Praga con el Presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, quien fuera personalmente invitado por el presidente checo Vaclav Havel.
por IRENE GUERRA Parte 3 / 5

De ahí que el consenso básico que necesitamos de las fuerzas democráticas en toda América Latina y en Europa sería para alentar al Gobierno de Fidel Castro a llevar adelante esas reformas.

¿Existen fuerzas dentro del Gobierno de Fidel Castro capaces de secundar un movimiento así?

En mi opinión, la gran mayoría de los integrantes de la propia nomenclatura, es decir, de la clase política gobernante, está a favor de ese proceso de reformas democráticas modernizadoras sin que se produzcan retrocesos sociales en nuestro país.

Hasta ahora, lamentablemente, el gran obstáculo es la actitud inmovilista de la cúspide gobernante, que a veces actúa de manera fundamentalista. Esto integra una de las grandes y dramáticas paradojas cubanas. La paradoja en este caso es que, siendo ese pequeño grupo en torno a Fidel Castro, y él mismo, los principales obstáculos para llevar adelante un proceso de reformas democratizadoras, a la vez Fidel Castro y sus seguidores inmediatos podrían ser los grandes propiciadores de las reformas. Lo que ocurre es que no quieren hacerlas. Evidentemente, él y los que le siguen quieren seguir dictando para durar y durando para dictar.

¿Hay grupos por el cambio? ¿En qué sectores?

Estamos en fase terminal. Después de 40 años de una experiencia que a veces ha sido esperanzadora y luego no, es lógico esperar que habrá cambios en el corto plazo. En primer lugar, no habrán otros 40 años de gobierno de este tipo. En segundo lugar, cada día se hace más evidente que el Gobierno de Cuba es una especie de oveja negra en el contexto internacional; esto es muy visible en las cumbres iberoamericanas y en otras reuniones donde el único régimen totalitario representado es el de la Isla. En sentido general, puede afirmarse que la sociedad cubana pide a gritos esas transformaciones democráticas modernizadoras.

¿Lo que propone es una revolución dentro de la revolución?

Mire, buscamos algo menos retórico. Apoyaremos un proceso de reformas modernizadoras para librar al país del poder totalitario. Eso no quiere decir que las figuras del Gobierno tengan que cambiar mañana. Lo principal es desmontar el modelo totalitario de gobierno, no las personas.

¿Usted lo cree posible?

Sería como un milagro, pero vale la pena intentarlo, porque un proceso de cambios contra la voluntad del Gobierno actual tendría un alto costo humano. Muchos me han dicho que soy un utópico, otros en el exilio de Miami responden con palabras más gruesas a esta propuesta de mi parte, me tienen como una especie de bestia negra. Pero la mayoría de mis compañeros en la resistencia interna levantan las dos manos a favor de cualquier fórmula de transición hacia un Estado democrático de derecho que signifique el ahorro de vidas humanas; es el caso que pudieran estar en juego las vidas de miles y miles de cubanos si nos imponen un escenario de transición violenta. Porque nada más tenemos dos alternativas: transición violenta o transición no violenta, no hay un tercer camino. Y los escenarios violentos tendrían un común denominador, que sería el enfrentamiento con el régimen.

¿Los grupos dentro del Gobierno o en la disidencia existen y están trabajando para eso?

Dentro de la disidencia abiertamente. Dentro de las estructuras del Gobierno y del partido comunista existen como fuerza potencial. Tenemos muchas señales. No debo mencionar nombres. Pero, además, es lógico que la gente apoye un escenario de transición pacífica, en ninguna parte la gente quiere la violencia. Creo que la comunidad internacional apoyaría un proceso de reconciliación nacional en Cuba. Los gobiernos, incluso el de Washington, me consta que están a favor de un proceso de transformaciones graduales.

¿Quién sería el mediador?

Los grandes propiciadores o mediadores internacionales estarían en el contexto iberoamericano en primer lugar, también la Unión Europea tendría un papel significativo. Mediadores no van a faltar, sobran, lo que falta es la voluntad política de Fidel Castro y sus seguidores inmediatos para llevar adelante el proceso. Los gobiernos de América Latina y América del Norte están a favor del mismo. Si el Gobierno inicia las reformas va a tener el apoyo unánime de la comunidad internacional, y a mí me consta que hasta los japoneses y los australianos ofrecerían ayuda práctica al respecto.

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